En un parquecillo de Godella adosado a la acequia de Moncada y muy cerca de la iglesia de San Bartolomé se encuentra enclavado un peculiar edificio: La Torreta de Boil o de Serdanyola.
Se trata del único vestigio de la antigua Casa-Palacio de los Boil (o Serdanyola), levantada en el siglo XV y destruida durante la Guerra Civil. La Torreta se erigió en el siglo XVIII como pabellón del jardín del palacio.
Construida en ladrillo y sillares para el recercado de puertas y ventanas, está rematada por un tambor octogonal con cúpula de teja vidriada combinada blanca y azul. El tambor tiene ventanas en cuatro de sus caras y en las otras, hornacinas con esculturas que representan a las Cuatro Estaciones. En su interior conserva interesantes pavimentos de azulejo tipo mocadoret.
Situada sobre un estratégico promontorio que domina el Valle de Ayora, la bella población de Jarafuel conserva un casco antiguo de enrevesado urbanismo que remite a su origen árabe. En la parte alta, arremolinado a los pies del castillo, se extiende el laberinto de empinadas callejuelas, placetas y atzucacs que configuran los barrios de La Peña, Solana y Morchón.
En este último, el más antiguo, encontraremos el pintoresco Callejón de los Mudos, un estrecho paso de de siete metros y medio de longitud y una anchura media de 50 centímetros (48 en su parte más estrecha y 70 en la más ancha).
Sin lugar a dudas, el Callejón de los Mudos es uno de los más estrechos de la Comunidad Valenciana y podríamos aventurar que posiblemente el que más…¿Alguien podría indicarnos otros candidatos al puesto?
Hoy celebramos la festividad del 9 de Octubre, con la figura del rey Jaume I como icono recurrente. Como recuerdo, el conquistador cuenta en Valencia con una estatua ecuestre en el Parterre y con una calle modesta y estrecha en el casco antiguo, que muchos cuestionan que no es merecedora de la talla de la figura histórica a la que está dedicada.
Puede que no les falte razón, pero esta calle y sus adyacentes- rotuladas precisamente como Conquista y Moro Zeit, en honor al último gobernador almohade de Valencia- son un hito urbanístico , ya que forman parte de la que posiblemente sea la primera operación inmobiliaria llevada a cabo en la ciudad, lo que hoy conocemos como un P.A.I. (Plan de Actuación Integral).
En el espacio delimitado por las actuales calles de Murillo, Palomar, Quart y Bolsería existió el importante convento de la Puridad, fundado en 1239, tras la entrada de Jaume I en Valencia. Tras su desamortización en 1836, fue derribado, y sobre su solar se desarrolló una operación urbanística (y especulativa) consistente en la creación y apertura de las calles Moro Zeit, Conquista y Rey Don Jaime. El resultado fue un conjunto de edificios residenciales finalizado por el arquitecto Antonino Sancho en 1850, para la burguesía acomodada de la época, que por entonces empezaba a buscar vivienda en distinta ubicación a la de sus lugares de trabajo, en contraposición a las tradicionales vivienda-taller que habían imperado hasta el momento.
Al igual que las zonas residenciales actuales, el conjunto tiene un carácter unitario, con edificios entre medianeras, con idéntica fachada y similar distribución interior.
Con el confuso (e intencionado) juego de palabras del título de esta reseña queremos referirnos a la torre que da nombre a la pedanía de la Torre.
Se trata de una torre del siglo XIV que formaba parte de una alquería fortificada en torno a la cual se formó un pequeño núcleo rural que sería el origen de la actual pedanía de La Torre. Se levantó junto al antiguo Camino Real de Madrid, cuyo trazado seguía un tramo de la Vía Augusta, y que hoy en día es la principal arteria (Avenida Real de Madrid) que longitudinalmente atraviesa la pedanía.
La torre es un edificio almenado ligeramente troncopiramidal de cuatro plantas, de cuya construcción original apenas se conserva parte del basamento. A mediados del siglo XIX sufrió una profunda remodelación. Su aspecto actual se remonta a 1935, año en que se restauró la torre y se derribó la alquería.
Aprovechando la excusa del cambio horario durante esta madrugada, que mejor plan que acercarnos al Puerto a visitar (precisamente) el Edificio del Reloj.
Este edificio de delicada factura es la entrada al puerto tanto para los viajeros que llegan por mar como los que acceden desde la ciudad. Inaugurado en 1916 como estación marítima, debe su característico aspecto afrancesado –acentuado por su cubierta en mansarda con lucernarios– a que fue construido a imitación de la Gare de Lyon de París.
Aunque en sus buenos tiempos albergó todos los servicios imprescindibles para los viajeros como despacho de billetes, facturación de equipajes o una sala de esperas para 150 personas, en los años 80 perdió su función original con la construcción de una nueva estación marítima anodina y funcional.
Seguro que te has preguntado alguna vez por la función de las dos antiguas torretas que flanquean el inicio del Paseo de la Alameda. Fueron construidas en 1714 para alojar a los encargados del cuidado y mantenimiento de los jardines de la Alameda, así como de las huertas cercanas. Están dedicadas a San Felipe (la más cercana al rio) y a San Jaime.
Están formadas por dos cuerpos prismáticos rematados en un chapitel piramidal de tejas vidriadas de color azul cobalto. Sus fachadas están adornadas con los blasones de las familias más influyentes de la ciudad en el momento en su construcción. También figura el escudo de armas del Rey Felipe V de Borbón, que contrasta con la arquitectura de las torres que recuerda claramente a la de algunos edificios de la dinastía los Austrias, especialmente en la ciudad de Madrid.
Junto a estos adornos heráldicos, luce un extrañísimo escudo de la ciudad de Valencia con las eles invertidas y un rat penat barrigón con más aspecto de chimpancé que de murciélago.
Las décadas de los años 60 y 70 supusieron para Valencia una época de expansión urbanística que se tradujo, entre otras intervenciones, en la construcción de un buen número de polígonos de viviendas sociales. Entre todos ellos, existe uno que merece ser recordado por lo audaz y visionario de su proyecto y lo insólito de su construcción, el denominado 8 viviendas experimentales del Polígono de Campanar (también conocido por el prosaico termino de M-IV).
El proyecto fue un encargo del Ministerio de la Vivienda al prestigioso arquitecto Fernando Martínez García-Ordóñez y a su estudio GO.DB, autores de obras pioneras como el Colegio Guadalaviar, Nuevo Centro o el edificio de Lanas Aragón. Para su construcción se utilizaron materiales novedosos como resinas y poliéster, e ingeniosas soluciones técnicas como la unificación de estructuras y cerramientos o la creación de zócalos huecos para el paso de instalaciones eléctricas. Pero la innovación más relevante fue sin duda la fabricación de módulos prefabricados que luego eran ensamblados mediante una grúa puente. Estos módulos eran construidos en la misma parcela de la obra como si de una de industria se tratase, mediante tres cadenas de montaje que discurrían sobre 1000 metros de vías suministrados por Renfe. Cada una de las viviendas constaba de 10 módulos y el tiempo total estimado de montaje y ensamblaje era de únicamente 18 horas por vivienda.
El 22 de Noviembre de 1968 se realizó una demostración ante las autoridades en la cual se ensambló una vivienda en solamente 2 horas. En Junio del año siguiente se entregaron las viviendas terminadas a sus propietarios, trabajadores del propio estudio de arquitectura.
Por desgracia, la iniciativa no tuvo continuidad debido a los altos costes económicos de su construcción. Pero aun hoy en día podemos admirar este curioso experimento arquitectónico que permanece habitado y en buen estado de conservación. Encontraremos este grupo de viviendas en la calle Bergantín, en el actual barrio de Tendetes, justo a espaldas del edifico del PROP.
Quizás hayamos pasado por delante o entrado en ellas, sin relacionarlas entre sí y sin percatarnos de su parecido. Nos estamos refiriendo a las antiguas Cajas de Ahorro y Monte de Piedad de Valencia. Situadas en la calle Calabazas, plaza del Doctor Landete, plaza del Obispo Amigó y calle del Mar, su similitud no es casual.
Todas ellas están proyectadas por el arquitecto Antonio Gómez Davó y construidas a lo largo de la primera mitad del siglo XX. El arquitecto supo imprimir en los edificios su particular estilo neobarroco, estado considerado uno de los máximos exponentes de este estilo en Valencia. Las cuatro comparten una concepción monumentalista y casticista , así como la combinación de paramentos de ladrillo rojo y elementos ornamentales de piedra blanca en las fachadas.
Davó volvería a dejar su impronta en otro conocido edificio financiero, la sede central del Banco de Valencia en la calle del Pintor Sorolla, llevando a su terreno el proyecto inicial de Javier Goerlich, mucho más sobrio, de líneas racionalistas.
A raíz de la reciente redifusión de nuestro artículo dedicado a la antigua Judería de Valencia por parte de nuestros amigos de Valencia Bonita (detalle que agradecemos enormemente), aprovechamos la ocasión para ampliar la información sobre este lugar insólito y recóndito donde los haya.
A la propia singularidad de la calle Cristófol Soler –único vestigio del antiguo call judío- encerrada en un patio interior de propiedad privada, hay que añadir la de los elementos arquitectónicos que la flanquean.
Por el lado derecho, la calle es recorrida por un muro tapial que ejerce de cerramiento de los arcosolios del cementerio medieval de la vecina Iglesia de San Juan del Hospital, el único de sus características que sobrevive en Valencia.
En el lado izquierdo, se halla un oratorio de finales del S. XVIII (o principios del XIX) perteneciente al Palacio de Valeriola, edificio cuya fachada recae a la calle del Mar. El oratorio, en lamentable estado de conservación, se distingue por una cúpula tejada cuyo deterioro imposibilita distinguir las pinturas que se encontraban en su interior.
Un detallado recorrido visual por la decoración de La Lonja nunca deja de depararnos hallazgos extravagantes, como figuras que representan extrañas criaturas híbridas, escenas de brujería o incluso explícitamente pornográficas. Aún así nuestra sorpresa puede ser mayúscula cuando os topamos con una de estas figuras que guarda un asombroso parecido con Chewbacca, el peludo personaje de la célebre saga cinematográfica de Star Wars. El relieve del inseparable compañero de Han Solo, se encuentra en el arranque de la jamba izquierda de la puerta posterior del edificio, recayente a la calle Lonja.
Si tenemos en cuenta además que otro personaje de la saga como es la Princesa Leia luce un peinado que parece inspirado en el de nuestras falleras, ¿podríamos aventurar que George Lucas visitó Valencia antes de llevar a las pantallas La Guerra de las Galaxias?....