2177 baldosas, para ser más exactos, son las que cubren el pavimento barroco de la Sala de la Fama, la estancia más emblemática del recién inaugurado Colegio del Arte Mayor de la Seda, un edificio originario del S. XV profundamente reformado durante el XVIII, que vuelve a abrir sus puertas tras 2 años de restauración.
Desde la escalera gótica a la capilla, son muchos los elementos a descubrir en su interior. Pero son sus pavimentos cerámicos los que más llamarán la atención del visitante: El de les pometes, el del mocadoret y, especialmente, el de la Fama.
Este espectacular pavimento fue creado en 1757 por el artista Vicente Navarro para decorar la sala de juntas, espacio principal del Colegio. Debe su nombre a su figura femenina central, alegoría a la fama mundial de la seda valenciana. Inspirándose en la idea de Bernini para la fuente de la Plaza Navona de Roma, Navarro rodeó la figura de la Fama con animales que representaban los cuatros continentes conocidos en la época: caballos para Europa, leones para África, elefantes para Asia y caimanes para América.
La Casa de la Sirena (o Serena) aunque perteneciente a Alfara de Patriarca se encuentra integrada en la pedanía de Benifaraig. Se construyó en el S. XVI en estilo renacentista, aunque en reformas posteriores se le añadieron elementos barrocos, tratándose de uno de los pocos palacios de carácter rural de la época que subsisten en Valencia. Posee un imponente aspecto fortificado, a pesar de su doble función original como alquería agrícola y villa de recreo. A ello contribuye la torre de la fachada principal, rematada con una cubierta tejada que evoca la de los casilicios de las cruces de término de la capital. Una torre que, según algunos historiadores, pudo inspirar la posterior construcción de los típicos miramares y torretas huertanos.
Aunque el nombre oficial del edificio es el de Casa de Ferragud o de la Torre, se le conoce popularmente como de la Sirena, por la figura con cabeza de mujer y cola de serpiente que rodea su escudo nobiliario.
La Casa Forestal de El Saler es un bonito edificio situado en el interior del bosque de la Devesa de El Saler, pero muy cerca de la playa. Perteneció a la Corona y se construyó en 1920 para albergar al cuerpo de Guardas Forestales encargado de vigilar el bosque. Destaca por su profusa decoración a base de retablos cerámicos y azulejos que representan escenas de la vida cotidiana de La Albufera.
De todos ellos, el más emblemático es panel que adorna el pavimento de la sala principal de la planta baja. Representa la leyenda de la serpiente Sancha y el pastor, inmortalizada por Blasco Ibáñez en su novela Cañas y Barro.
Cuenta la leyenda que un pastorcillo de La Albufera tenía como única amiga a una pequeña serpiente a la que alimentaba con leche de sus cabras. La serpiente, a la que llamaba Sancha, jugaba con el pastor enroscándose por su cuerpo. El pastor tuvo que partir a la guerra, dejando sola a Sancha. Cuando años más tarde regresó a casa, buscó a Sancha para descubrir que esta había crecido y había alcanzado un tamaño descomunal. Sancha reconoció a su amigo, y quiso enroscarse en su cuerpo como cuando era pequeña, pero con tal fuerza que le quebró todos los huesos provocándole la muerte.
Todas las gentes que habitaban el lago, conocían la leyenda y pronunciaban el nombre de la Sancha con terror, con lo que podríamos considerar que esta serpiente legendaria es el equivalente valenciano del monstruo del Lago Ness.
Durante estos días el Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia celebra el 575 aniversario de su fundación, lo que lo convierte en la institución profesional más antigua del mundo. Debe su origen al privilegio concedido en 1441 por la reina María de Castilla, esposa de Alfonso el Magnánimo, para su creación. También se conmemora ahora el centenario de la concesión en 1906 del título de Muy Ilustre por parte del rey Alfonso XIII.
La sede de la institución se encuentra en un palacete situado en la calle del Conde de Montornés. Se trata de un edificio de estilo ecléctico con influencias modernistas, construido por Peregrín Mustieles en 1886. Destacan en él su zaguán y los detalles de hierro fundido en los balcones del piso superior.
El colegio cuenta además con otra sede mucho más moderna en el Parque Tecnológico de Paterna.
Conocida es la fama de predicador de San Vicente Ferrer y son muchos los lugares que guardan la memoria de sus sermones. Uno de ellos es la Alquería Juliá, donde cuenta la tradición que el santo predicó a la sombra de una de las encinas de su huerto.
Se trata de un palacete rural construido en el S. XVII, considerado el mejor ejemplo de estilo tardo-herreriano que se conserva en la ciudad. En su origen se encontraba en medio de la huerta de Valencia, pero la expansión urbana lo absorbió, quedando enclavado en la calle de Castán Tobeñas, en pleno barrio de Nou Moles.
En su época de esplendor contó con un magnifico huerto hoy desaparecido y con un jardín del cual apenas quedan vestigios originales. Conserva, en cambio, algunos de sus elementos arquitectónicos más destacados como son la torre, el zaguán o la portada de piedra del balcón de la fachada principal.
El edificio albergó, además de a San Vicente, a otros personajes notables: El mariscal francés Suchet que dirigió la invasión napoleónica de Valencia desde la azotea; el infante Carlos María, aspirante al trono durante las guerras carlistas; y la reina Isabel I, que se alojó allí mientras su madre, María Cristina, abdicaba como regente de España.
Ya hemos hablado en otras ocasiones de la existencia de sótanos medievales en las inmediaciones de la Lonja. Entonces, visitábamos los propios del monumento gótico y la “Cava de Johann”, que funciona como almacén de un bar vecino.
Pero no son los únicos. Aunque la mayoría tienen vedada la entrada a los posibles curiosos, podemos encontrar otros fácilmente accesibles. El de la tienda de decoración de la calle Ercilla, se convierte en un incomparable marco, en el cual los artículos a la venta se exponen bajo una bóveda de sillería, posiblemente del S. XIV (época de construcción de la Lonja).
Durante este fin de semana, y un año más, los valencianos celebramos la festividad del 9 de Octubre. Y si hay un lugar en la capital ligado simbólicamente a este día, es el Palau de la Generalitat, el emblemático edificio gótico del S.XV, fácilmente reconocible por sus torres gemelas.
Pero esta estampa tan habitual para nosotros siempre no fue así. De hecho, la torre recayente a la plaza de Manises se trata de lo que en arquitectura se conoce como un “falso histórico” o una invención arquitectónica. El Palau únicamente contaba con la torre original que da a la plaza de la Virgen, hasta que a principios de los años 40 se decidió ampliar el palacio y construir una nueva torre que quedaría totalmente finalizada en 1952.
Se intentó imitar a la torre antigua con bastante fortuna (en parte por la utilización de piedra de la cantera original), aunque si nos fijamos bien hay elementos que difieren de una torre a otra.
Es posible comprobar el aspecto previo a la construcción de la segunda torre en fotografías antiguas, como esta de Jean Laurent, tomada en 1870, con la que ilustramos nuestra reseña.
Hablábamos en la reseña anterior del Palacio de Catalá de Valeriola, situado en la plaza de Nules, y de cómo había sido sede de un círculo literario cuyos miembros utilizaban extraños pseudónimos. Pues bien, frente a él existe otro palacio que en cambio alberga una sociedad cuyos miembros destacan por sus apellidos ilustres.
El Palacio de la Maestranza de Caballería es un edificio barroco del S. XVIII y reformado - al igual que su vecino - en estilo neoclásico. Es la sede de la orden nobiliaria que da nombre al palacio, creada a finales del S. XVII con el objetivo de que la nobleza se ejercitase en el arte de la guerra, y que actualmente se dedica a fines sociales y culturales. De las cinco Maestranzas existentes en España (las otras son las de Sevilla, Ronda, Granada y Zaragoza), la de Valencia fue la única que entró oficialmente en combate durante la guerra de Independencia.
Para ser miembro de tal selecta sociedad, es requisito imprescindible acreditar linaje nobiliario en los cuatro apellidos (los dos del padre y los dos de la madre).
En la plaza de Nules se encuentra el Palacio de Catalá de Valeriola, edificio gótico del S. XV pero de aspecto neoclásico, debido a las reformas sufridas durante en el S. XVIII. Este palacio fue sede durante un corto espacio de tiempo (1591-1594) de un círculo literario conocido como Academia de los Nocturnos.
En él se reunían todos los miércoles por la noche (de ahí su denominación) un grupo de los más destacados intelectuales de la época entre los que se encontraban Guillem de Castro, Gaspar Aguilar o Escolano.
Durante las reuniones se leían discursos y poesías, que posteriormente eran recopilados y publicados. Cada uno de los miembros de la Academia contaban con un misterioso pseudónimo siempre relacionado con la noche: Tinieblas, Sueño, Sombra, Sosiego…
Hasta hace un poco tiempo era un espacio casi desconocido, pero hoy en día ya se pueden visitar los sótanos de la Lonja. Se trata de una serie de estancias abovedadas y sostenidas por columnas octogonales de piedra, que imprimen un magnífico sabor medieval. Se accede a ellos, por una puerta casi oculta baja el hueco de la escalera que sube al Salón del Consulat del Mar desde el patio ajardinado.
Como curiosidad, podemos decir que eran utilizados por los vendedores del Mercado como almacén, introduciendo los utensilios de las paradas a través de una especie de portezuela situada en la fachada, junto a los escalones de la puerta principal.