La calle de Caballeros es una importante arteria de la ciudad vieja y es conocida, entre otras cosas, por albergar un buen número de palacios, muchos de ellos de la época gótica. Pero hay otra calle, la de Exarchs, que aún siendo de las más antiguas de Valencia y pese a estar también llena de palacios ha caído en el olvido.
El origen de la calle se remonta a la Reconquista cuando Jaime I donó estos terrenos a la familia que da nombre a la calle – situada frente a la iglesia de los Santos Juanes-para que edificaran sus viviendas en ella.
En el lado de los impares aún se conservan varios palacios (alguno del S. XIV), siendo uno de ellos utilizado actualmente como convento.
Una de las teorías más difundidas sobre el origen de las Fallas es la que habla de la antigua costumbre del Gremio de Carpinteros de quemar los trastos viejos el día de San José, su patrón.
El Gremio de Carpinteros o “fusters” es de los más antiguos de la ciudad, remontándose al S. XIII. Tiene su sede gremial en una casona del S. XVIII situada en la calle Balmes, en pleno barrio de Velluters. Destaca su portada de piedra con los símbolos gremiales labrados en ella y su fachada posterior de reminiscencias castellanas. En su interior es de admirar el artesonado de madera de la sala de juntas. Según se dice cada casetón del artesonado fue realizado por un maestro carpintero distinto que le imprimió su propio estilo personal.
Jerónimo Vich de Vallterra, Barón de Llaurí fue embajador de Fernando el Católico en Roma. Influenciado por la floreciente arquitectura renacentista italiana en 1525 se hizo construir un lujoso palacio de gusto quattrocentista, siendo uno de los primeros en este estilo en España. Estaba situado en la calle que actualmente lleva el nombre del Embajador Vich.
El palacio fue derribado en 1858. El patio fue desmontado y sus piezas de mármol genovés custodiadas por la Academia de Bellas Artes que en aquella época tenía su sede en el Convento del Carmen. A principios del S.XX se remontaron las piezas para crear una separación entre el refectorio y el aula capitular del convento. Y a principios del S. XXI se volvió a desmantelar y a reconstruir en el Museo de Bellas Artes San Pio V donde fue inaugurado en 2006.
El edificio del Ayuntamiento es en realidad un conjunto de construcciones de distintas épocas que se fueron anexionando alrededor de la Casa Enseñanza construida en S. XVIII.
Como ya comentamos en una ocasión, el actual Museo Histórico está ubicado en las dependencias de lo que fue la antigua iglesia de Santa Rosa de Lima. Pero no es esta la única iglesia que podemos encontrarnos en el Ayuntamiento. En una de las fachadas laterales todavía se conserva la portada de la antigua iglesia de la Archicofradía de la Sangre. Cuando se derribó la iglesia para construir un colegio para “doncellas de distinguido nacimiento” dicha portada quedó integrada en la fachada recayente a la calle de la Sangre (de ahí el nombre de la calle).
En esta misma fachada también se conserva la puerta original de la Casa Enseñanza, en cuyo balcón superior la inscripción “Ayuntamiento” nos recuerda que esta fue la fachada principal antes de que se construyese la de la plaza, ya en el S. XX.
En la plaza de Mossen Sorell, justo donde actualmente se encuentra el mercado, existió un palacio que perteneció al influyente linaje valenciano de los Sorell. Construido a mediados del S. XV en estilo gótico fue uno de los palacios más bellos de nuestra ciudad. En el S. XIX sufrió un pavoroso incendio que lo sumió en la ruina. Cuando finalmente fue derribado solo algunos de sus elementos arquitectónicos se salvaron. Entre ellos tres portadas flamígeras (La principal, la de la capilla y la de la Sala Noble) que fueron a parar, respectivamente, a destinos tan dispares como la Galería Parmeggiani de Regio Emilia en Italia, el Museo del Louvre en París y el Museo de Cerámica de Manises.
A San Vicente Ferrer se le atribuyen numerosos milagros. Entre ellos, quizás el más renombrado sea el “del mocadoret”.
Cuenta la tradición que el santo estaba predicando en la plaza del Mercat y soltando un pañuelo (mocadoret) al viento dijo a los fieles que escuchaban su sermón que si seguían su vuelo, el pañuelo les llevaría hasta un lugar donde sus habitantes necesitaban ayuda urgente. El pañuelo los guió hasta una casa en la que una familia estaba muriendo de hambre y así pudo recibir la caridad de las buenas gentes de Valencia.
En la fachada del numero 5 de la plaza conocida precisamente como Miracle del Mocadoret existe un retablo cerámico que conmemora aquel milagro.
Estamos acostumbrados a la habitual estampa del edificio del Ayuntamiento presidiendo la plaza a la cual da nombre. Pero esto no siempre fue así, anteriormente a este existió otro edificio municipal conocido como La Casa de la Ciudad. Construido en el S. XIV, estaba situado en lo que actualmente son los jardines del Palau de la Generalitat.
En el S. XIX fue derribado salvándose muy pocos de sus obras artísticas, entre ellos el artesonado de su Sala Dorada que fue reubicado en el Salón del Consolat del Mar, en la Lonja, donde aún podemos contemplarlo. Su verja de hierro forjado también fue a parar a la Lonja, sirviendo de cancela para la capilla.
En la plaza del Conde del Real llaman la atención unas pequeñas casas de una sola planta. Se trata de unas antiguas caballerizas del S. XVIII anexas a la parte posterior del Palacio de los Escrivá, una casa señorial del S. XV que está declarada como BIC.
Este pintoresco rincón del centro corre riesgo de ser derribado para una futura ampliación del palacio.
Los Silos es uno de los edificios más emblemáticos de Burjassot. Pero este espectacular depósito de trigo siempre perteneció a la ciudad de Valencia puesto que fueron los jurados valencianos quienes en el S. XVI decidieron construirlo en ese lugar debido a que el terreno calcáreo era el idóneo para excavar los silos que guardarían el grano. Se terminó de edificar a finales del S. XVIII y sigue siendo de titularidad municipal aunque la capital lo cedió al Ayuntamiento de Burjassot en 1975.
Merece la pena visitar el hermoso conjunto formado por el gran patio enlosado, las botigas, la ermita y la puerta y los elementos más característicos como la cruz, el pozo y, cómo no, los “pilons” que sellan las bocas de los 41 silos que aun se conservan.
Situados en la calle del mismo nombre y junto al Palacio también denominado del Almirante. Aunque de estilo árabe, en realidad estan construidos en la época cristiana (S. XIV) imitando al tradicional "hamman" islámico. Estuvieron en funcionamiento hasta bién entrado el S. XX.