El Salón de Racionistas se encuentra ubicado en la calle Blanquerias y forma parte del Colegio Gran Asociación, funcionando como pabellón deportivo del mismo. Fue diseñado en 1887 por el arquitecto Joaquín María Arnau, al que se deben obras tan conocidas como la del añorado Palacete de Ripalda. En origen, el salón era utilizado con fines benéficos y en él se repartían raciones de comida entre las gentes necesitadas, de ahí el significado su nombre.
La singularidad del espacio reside en su cubierta metálica a modo de bóveda tripartita sin pilares de apoyo intermedios. Todo un hito histórico, por tratarse de uno de los primeros ejemplos del uso del hierro laminado en la arquitectura valenciana. El introductor del hierro como material estructural en Valencia fue el arquitecto Sebastián Monleón y curiosamente el claustro del propio colegio Gran Asociación es obra suya.
En la primera década del S. XX se construyó en Nazaret un grupo de viviendas conocido Barrio de Tranviarios- oficialmente Barrio de Alfonso XIII- destinado a alojar a las familias de los conductores del medio de transporte más popular de la época.
Se trataba de una serie de casitas a de una sala planta que remataban la sencillez de sus fachadas con testeros decorativos. Construidas entonces sobre la arena de la playa, su ubicación actual correspondería a las calles Manuel Andrés y Francisco Falcons. De aquel barrio solo se conservan unas pocas casas, intercaladas entre edificaciones posteriores.
La antigua Cárcel de Mujeres de Valencia es un edificio situado entre el Paseo de la Pechina y la calle Castan Tobeñas. Fue construido en 1925 por el arquitecto Vicente Agustí, especializado en arquitectura penitenciaria, siendo autor del cárcel de Carabanchel en Madrid, entre otras. El edificio que nos ocupa cumplió su función de prisión hasta que a principios de los 90 fueron trasladadas tanto las mujeres como los hombres de la cercana Cárcel Modelo a las nuevas instalaciones de Picassent.
El edificio de cárcel fue reformado, respetando su estructura principal, para alojar en su interior el colegio público “9 d’Octubre”, de modo que en el patio donde antaño tomaban el aire las reclusas, en la actualidad hacen deporte los estudiantes.
En 1928 se construyó en la ahora avenida Marqués de Sotelo un edificio de estilo casticista diseñado por el arquitecto Enrique Viedma para albergar la Caja de Previsión Social. Enseguida la gente empezó a conocerla como la “Casa del Chavo” ya que en aquella época los trabajadores pagaban un “chavo” (10 céntimos de peseta) como cotización para los fondos de protección social. El edificio nunca dejó de utilizarse para funciones relacionadas con el Trabajo. De hecho hoy en día es sede de la Tesorería Territorial de la Seguridad Social.
Curiosamente, a la Finca Roja (que también es obra de Viedma) también se le conocía como la “Finca del Chavo” porque ella vivían precisamente los trabajadores del Instituto Nacional de Previsión y pagaban un “chavo” por la vivienda.
El Racionalismo es un movimiento arquitectónico de vanguardia del periodo de entreguerras del S. XX que aboga por el predominio de la funcionalidad sobre la forma prescindiendo de toda decoración superflua. En Valencia tenemos varios ejemplos de este estilo, pero quizás sea el Colegio Mayor Luis Vives la joya racionalista.
Fue diseñado en 1935 por el insigne arquitecto Javier Goerlich como residencia estudiantil de la Ciudad Universitaria que se estaba empezando a construir en el Paseo de Valencia al Mar (actualmente avenida de Blasco Ibáñez). Debido al paréntesis de la Guerra Civil su construcción se prolongó durante casi 20 años, siendo inaugurado en 1954. La curiosa volumetría del edificio evoca elementos propios de la arquitectura naval. Como anécdota cabe citar que fue la primera residencia de estudiantes mixta en España.
Esta semana hemos celebrado el día de San Vicente Mártir, patrón de nuestra ciudad. Mucha gente ha aprovechado para visitar los lugares relacionados con el martirio del santo. En el subsuelo de la plaza de la Almoina se encuentran las ruinas arqueológicas de la Cripta de la Cárcel de San Vicente y sobre ellas se levanta uno de los edificios más bonitos de Valencia: La Casa Sancho, más conocida popularmente como la “Casa de Punt de Ganxo” por la decoración de su fachada que recuerda a un tejido hecho de ganchillo.
Fue construida en 1906 por el arquitecto Perís Ferrando en estilo modernista. Destaca, como hemos dicho, su bella fachada de esgrafiados blancos sobre fondo granate. En la planta baja tiene integrada una pequeña capilla del S. XVIII como recuerdo del lugar donde estuvo prisionero San Valero, compañero y maestro de San Vicente.
Al estallar la Guerra Civil, el gobierno republicano se trasladó a Valencia. Muchos edificios de la capital fueron ocupados entonces por organismos oficiales.
El lujoso hotel Metropol, se convirtió en la sede de la Embajada Soviética. Allí operaba a nivel nacional el NKVD, el servicio secreto que sería conocido años más tarde como la KGB. Sus habitaciones albergaron personajes dignos de una buena película de espionaje como Alexander Orlov, el responsable del traslado del famoso “Oro de Moscú” desde España hasta la URSS.
Actualmente el hotel se ha transformado en un edificio de oficinas y está situado en la calle Xátiva, frente a la Plaza de Toros.
La Casa Rusa es como popularmente se conoce al Edificio Cuadrado, situado en la esquina de Guillem de Castro con la calle Gandía.
El edificio fue construido en los años 30 por el arquitecto Rieta a petición de los hermanos Cuadrado para albergar los conocidos almacenes que llevaban su nombre, así como viviendas para sus empleados.
Su construcción marcó un hito en la arquitectura valenciana al seguir las pautas que imperaban entonces en lla construcción de viviendas sociales en la Unión Soviética. Algunas de sus innovaciones arquitectónicas se tradujeron en la creación de servicios comunes (lavandería, agua caliente) o en la sustitución de los patios de luces por pasillos a modo de balcones.
Es por ello que la gente empezó a denominar La Casa Rusa a este singular edificio, actualmente muy deteriorado como tantos otros en nuestra ciudad.
Durante siglos, el Miguelete marcó el techo de la ciudad al tratarse de la construcción más alta de Valencia. Pero su hegemonía acabó en 1931, cuando se terminó de construir el primer edificio que superaría en altura a nuestro emblemático campanario.
El edificio en cuestión, proyectado por el arquitecto Almenar, es el que cierra la plaza del Ayuntamiento haciendo chaflán con San Vicente y María Cristina. Como anécdota cabe reseñar que en su origen fue conocido popularmente como “la Casa del Porquer”, debido a que su promotor de se dedicaba profesionalmente a la cría de cerdos.
Al final de la avenida de Burjasot, en el barrio de Benicalap, se alza un palacete rodeado de jardines. Aunque su estado es el de lamentable abandono todavía es posible intuir su antiguo esplendor. La mansión fue construida a finales del S. XIX por encargo de una familia de indianos (Así se les denominaba a los emigrantes españoles que volvían de América habiendo hecho fortuna) que siguiendo la tendencia de la incipiente burguesía local buscaban una zona de recreo cerca de la capital. Por esta razón la mansión sería conocida como Casino del Americano, pese a que su nombre original fue el de Quinta de Ntra. Sra. de las Mercedes.
El palacete estuvo habitado hasta bien entrado el S. XX, teniendo posteriormente otros usos, siendo el de local de copas (con el nombre de Saudi Park) el más recordado por los vecinos del barrio.
Muchos de sus elementos arquitectónicos, por desgracia, han sido expoliados. Sirva como ejemplo el de las esfinges de piedra que vigilaban la entrada principal del jardín y que, según decían, te seguían con la mirada cuando pasabas por delante de ellas.