Se considera que el gremio de carpinteros es de los más antiguos de la capital; el de los artistas falleros, en cambio, es de los más jóvenes. En 1932 se fundó la Asociación de Artistas Falleros, en plena consolidación de las Fallas como principal expresión festiva de la ciudad, y en 1945 se constituyó el gremio propiamente dicho. Con la constitución del gremio y la creciente envergadura que iban alcanzando los monumentos falleros, se alentó el sueño de la construcción de un área gremial que agrupase todos los talleres artesanales, adaptándolos a las nuevas circunstancias.
En la oportuna fecha del 17 de marzo de 1965, se colocó la primera piedra en terrenos de Benicalap de lo que sería un nuevo barrio conocido como Ciudad del Artista Fallero o, directamente, Ciudad Fallera. Se consideraron 24.000 m2 para la construcción de naves industriales y se edificaron 1.200 viviendas formando calles y plazas con topónimos relacionados con el argot fallero y dedicadas a sus artistas más relevantes.
A pesar de lo ambicioso del proyecto, este no se llegó a concluir y a día de hoy cada vez son más los artistas falleros que buscan emplazamientos fuera de la ciudad. No obstante, siempre es curioso deambular por sus calles y atisbar el trabajo de los artistas en cualquier momento del año. Y nuestro recorrido puede que nos encontremos interesantes muestras de arte urbano, como el espectacular mural del dúo PichiAvo, autores (junto a los artistas Latorre y Sanz) de la colorida falla municipal de 2019
Si con la llegada del buen tiempo decidimos pasar el día en Cullera puede que optemos por dirigirnos a su conocida playa del Racó. Si es así, es posible que nos topemos con una curiosa columna solitaria y semiescondida entre los bloques de apartamentos de la zona.
La columna sigue los cánones del arte clásico griego: basa circular, fuste estriado y capitel de orden jónico. Pero algo en su construcción y en los materiales utilizados nos indica que no se trata de un elemento de gran antigüedad. Y así es, data de 1969 o 1970 y se trata en realidad de uno de los embellecedores que tenían los respiraderos de la conducción de aguas residuales que transcurre por la margen izquierda del rio Júcar hacia el emisario submarino.
Durante alguna de las obras de acondicionamiento, el respiradero fue recolocado en su ubicación actual. De hecho, podemos encontrarnos algún otro por la zona de San Antonio o siguiendo el trazado de la conducción subterráneo, donde estas columnas servían además como fites o mojones para delimitar su recorrido.
Agradecimientos a Quique Gandía, César Guardeño y Pedro Ferre por la información.
Entre los términos de Paterna y Ribarroja, teniendo como límite natural el cauce del rio Turia, se extiende La Vallesa, un magnífico ejemplo de bosque mediterráneo que ha conseguido preservar su esencia natural a pesar de la presión urbanística de las zonas residenciales que lo circundan ejercen sobre él.
Como todo bosque que se precie, La Vallesa guarda un secreto: en lo más profundo de su arboleda se esconde en forma de tesoro hidráulico un antiguo lago artificial rodeado de espesa vegetación, que su entorno en una bella estampa paisajística.
El lago, situado en una zona privada del bosque perteneciente a la familia Trénor, funciona como embalse, del cual parte un acueducto por el cual discurre la acequia que abastece los campos de regadío de la vecina finca de la Vallesa de Mandor. El acueducto, rematado por una elegante balaustrada transitable, consta de 10 arcos (algunos de ellos cegados), que salvan el desnivel formado por el barranco de Mandor. La construcción tiene una longitud de 82 metros, una anchura de 80 centímetros y mide 11 metros en su punto más alto.
Muy cerca de allí, ya en campo abierto, se levanta la Lloma de Betxí, un yacimiento arqueológico de la Edad de Bronce (datado entre 1800 y 1300 a.C), acondicionado para las visitas y que merece la pena conocer.
El barrio de Nou Moles, en el distrito de L’Olivereta, debe su nombre a un antiguo molino de la época islámica cuyas nueve muelas que le daban nombre eran movidas por las aguas de la acequia de Favara. En 1901 se convirtió en la tercera central eléctrica que se instauró en Valencia y la primera en producir electricidad utilizando la fuerza del agua. El molino estuvo en uso hasta 1929, año en que fue arrasado por un terrible incendio y lo pocos restos que quedaron fue demolidos en 1960.
En 1908 se construyó junto al molino una estación eléctrica en la que se quiso aunar la funcionalidad con una estética que anticipaba a la de los edificios de la Exposición Regional de 1909. No en vano, la central fue proyectada por el arquitecto Vicente Rodríguez, uno de los artífices de la Exposición. El edificio destaca por su fachada -a medio camino entre la de una estación ferroviaria y la de un mercado- con grandes ventanales que permitían la entrada de luz natural a sus salas de máquinas.
Merece destacar, como curiosidad, que en 1955 se amplió su línea eléctrica a 10000 voltios para poder alimentar a varias subestaciones que daban servicio a distintas líneas ferroviarias del trenet de cercanías. La central eléctrica de Nou Moles estuvo en funcionamiento hasta el año 2000.
Languidece en el olvido el antiguo Faro de Valencia, el que antaño fuese la referencia visual del litoral marítimo de la ciudad. Durante años, los valencianos gustaban de dar largos paseos hasta él pero en la actualidad, y debido a las obras de ampliación del Puerto, ha quedado solitario, en aguas abrigadas y dentro de la zona portuaria restringida mientras asume resignado su jubilación.
Su historia se remonta a principios del S. XX, cuando debido a las obras de construcción del puerto el Faro se levantó provisionalmente en el dique Norte y se encendió por primera vez en 1909. Inicialmente se trataba de una sencilla estructura metálica de 22 metros de altura coronada por la cúpula que albergaba la linterna. Una vez finalizadas las obras, en 1930 fue trasladado a su nuevo emplazamiento en el morro del dique Norte. Para ello se conservó su estructura metálica y ésta fue revestida por una torre troncopiramidal de sección octogonal fabricada con paramentos de mampostería y acabados en piedra blanca.
En 2015 el viejo faro apagó sus luces definitivamente y otro más moderno (del que os hablaremos en otra ocasión) tomó el relevo generacional como referencia y guía para navegantes.
Hay edificios que debido a su funcionalidad permanecen cerrados al público y no se permite su visita, salvo contadas excepciones. El depósito de aguas de Quart de Poblet es uno de ellos. Tuvimos el privilegio de acceder con los debidos permisos a su interior a raíz de un estudio que estábamos realizando sobre la llegada del agua potable a Valencia.
Cuando se inauguró la primera red de agua potable en Valencia en 1850 se construyó el depósito general o sala hipóstila (actual Museo de Historia de Valencia) en el límite del término municipal de Mislata. Pese a su amplia capacidad, pronto fue insuficiente para garantizar el abastecimiento de agua a la ciudad y en 1886 se hubo de construir un depósito auxiliar en Quart de Poblet (dependiente administrativamente de Valencia) . El arquitecto Joaquín María Belda proyectó un depósito de doble espacio rectangular con una capacidad de más de dos millones de litros con un cerramiento perimetral de ladrillo caravista y acabado de piedra en zócalos, embocaduras y gárgolas que le hace asemejarse más a un baluarte defensivo que a un depósito de agua.
El depósito todavía está en uso aunque el agua ya no se destina al consumo humano. En su interior se conservan en buen estado sus elementos más representativos: hall de entrada, aljibe, pasillos de servicio y sala de válvulas.
Un extraño depósito industrial emerge en la esquina del jardín de la calle Fuencaliente, entre las avenidas del Puerto y Baleares. Se trata de un gasómetro de la antigua fábrica de Gas Lebon, que estaba ubicada en los terrenos que actualmente ocupan el jardín y las fincas colindantes.
El nombre de Gas Lebon se debe a Charles Lebon, industrial francés que en 1843 creó la primera fábrica de gas en España. Fue en Barcelona, y tan solo un año más tarde se inauguraba en Valencia (concretamente en la Glorieta) el alumbrado público con farolas de gas. A finales del S. XIX cuando el alumbrado comenzó a funcionar con energía eléctrica la utilización del gas se orientó a la producción de agua caliente para consumo y calefacción.
Las primeras instalaciones de Gas Lebón en Valencia se encontraban a la altura de la calle Grabador Esteve, pero con motivo de las obras del Ensanche de Valencia, en 1867 se decidió construir una nueva fábrica cerca del Puerto, de la cual permanece como recuerdo este gasómetro.
Esta semana nos ha deparado un feliz hallazgo arqueológico, que viene a demostrar que en nuestra ciudad todavía es posible descubrir lugares ocultos e insólitos.
Durante las obras de restauración de la antigua fábrica de Bombas Gens – notable ejemplo de patrimonio industrial del cual ya os hemos hablado en otra ocasión- ha aparecido fortuitamente una bodega subterránea de finales del S. XV o principios del XVI. El espacio, prácticamente intacto, conserva elementos como tinajas o un lagar, y podría pertenecer a una alquería huertana del antiguo poblado de Marxalenes.
Existe la intención de que la bodega sea visitable, integrada en el futuro complejo sociocultural que la Fundación Per Amor l’Art – actual propietaria del edificio- abrirá al público dentro de unos meses.
En la avenida del Puerto, haciendo esquina con la calle de José Aguilar, está ubicada la antigua fábrica de Industrias Aceiteras Casanova. Construida en la primera década del siglo XX, no pasa desapercibida gracias a la agradable combinación de ladrillo rojo con piedra blanca. Conserva, además, la chimenea y una prensa de aceites colocada como ornato en la placeta recayente a la fachada posterior.
La fábrica perteneció a Manuel Casanova, fundador de CIFESA, la mayor productora de la historia del cine español. En realidad, la compañía fue creada por la familia Trénor en 1932, adquiriéndola la familia Casanova a los pocos meses de su creación y manteniéndola hasta su desaparición en 1965
CIFESA fue considerada durante años como el “Hollywood español”, debido a su característica política cinematográfica a imitación del “star system” americano, basada en un equipo artístico estable, estudios propios y un plantel de estrellas reconocibles y admiradas como fueron Amparo Rivelles, Aurora Bautista o Rafael Durán. A esta compañía se deben grandes éxitos del cine español clásico como Morena Clara o Locura de amor.
Se acaba de estrenar El Brillo de la Ceramo, una webserie documental de 4 capítulos sobre la historia de la emblemática fábrica de la cual salieron las piezas de cerámica que embellecen los princiapales monumentos modernistas de Valencia: Estación del Norte, Mercado Central, Mercado de Colón, Ayuntamiento, Finca Roja...
La serie ha sido producida por nuestros amigos de Caminart, APIVA y Circulo por la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural en colaboración con Alberto Rey Proyectos, gracias a una campaña de crowfunding en la cual nos enorgullecemos de haber aportado nuestro pequeño granito de arena como mecenas.
Esperamos y deseamos que esta iniciativa sea la primera de muchas que ayuden a dar imágen y voz a todo ese patrimonio nuestro más necesitado de atención. Enhorabuena!
Capítulo 1: https://www.youtube.com/watch?v=DFAdZqSXmBs
Capítulo 2: https://www.youtube.com/watch?v=95_5EIcR_R0
Capítulo 3: https://www.youtube.com/watch?v=xCebkzYzgwo
Capítulo 4: https://www.youtube.com/watch?v=k99h6YHXQqM