Durante el periodo de la Guerra Civil se construyeron numerosos refugios subterráneos destinados a proteger a la población en caso de bombardeo por parte de la aviación enemiga. En la capital, dichos refugios se encuadraban en dos tipologías constructivas básicas: abovedada y adintelada. Pero si nos alejamos un poco del área urbana podemos encontrarnos otro tipo de refugios que debido a la morfología del terreno no obedecen a estos criterios de construcción.
El de Masarrojos, por ejemplo, está totalmente excavado en la roca. Consta de una única galería de 125 metros de longitud, apenas 2 de altura y anchura y discurre a 10 metros de profundidad bajo la plaza de El Soñador y la calle del Doctor Andrés Piquer. Aunque existen algunos tramos con bóveda de ladrillo, casi la totalidad del techo es de roca viva, sin ningún tipo de recubrimiento. A lo largo de la galería se abren una serie de huecos que se utilizaban como enfermería, sala de máquinas o el inicio de una de una galería perpendicular que no se llegó a realizar debido al fin de la contienda. El refugio, aunque llegó a ser utilizado, quedó inacabado como puede apreciarse en el cambio de pavimento en su tramo final o en la inutilización de un pozo natural de 15 metros de profundidad que iba a servir como fosa séptica para unas letrinas que jamás se construyeron. Se ha conservado de la época parte de la antigua instalación eléctrica y del sistema de ventilación, así como los bancos corridos y algunas inscripciones en las paredes.
El refugio actualmente permanece cerrado, carece de iluminación y sus accesos originales están cegados, pero tras las obras de limpieza y desescombro que se han llevado a cabo está prevista su rehabilitación y apertura al público.
Hemos comentado en otras ocasiones que en Valencia llegaron a haber más de 200 refugios antiaéreos construidos o habilitados durante la Guerra Civil para proteger a la población civil de los ataques por parte de la aviación del bando nacional. Muchos de esos refugios han desaparecido, y los que todavía existen tienen el acceso restringido. Aunque alguno de ellos se puede visitar de manera esporádica, no están abiertos al público de manera permanente.
La rehabilitación y apertura a la ciudanía del refugio del Ayuntamiento viene a paliar este vacío y es un primer paso para poner en valor este importante patrimonio histórico tan injustamente olvidado. Ya se puede solicitar la visita bajo cita previa a este espacio que ha sido convenientemente musealizado con la exposición Tempestad de Ferro, que recorre la historia de los refugios de la capital.
El refugio del Ayuntamiento, de tipo abovedado, fue construido en 1938 bajo la dirección del arquitecto José Luís Testor con el objetivo de albergar hasta 700 escolares, puesto que esta parte del edificio bajo donde se encuentra fue en su día la Real Casa de la Enseñanza.
Enero de 1937, Guerra Civil. El primer bombardeo sobre la ciudad de Valencia por parte del bando nacional convirtió en prioridad la defensa pasiva de la capital habilitando casi 200 sótanos y construyendo 41 refugios antiaéreos de carácter público.
El acceso a los refugios se regía por un sistema de sirenas que avisaba de los inminentes ataques aéreos; hasta nuestros días solamente ha llegado una de ellas: la situada en la azotea de un edificio de la plaza del Pintor Segrelles, frente a la Finca Roja.
LA MURALLA ARABE DE VALENCIA: CENANDO JUNTO AL MAYOR TRAMO CONSERVADO DE MURALLA
Como ya hemos comentado en alguna ocasión, son varios los tramos de la muralla árabe del S. XII que se conservan en la ciudad. Algunos de ellos se encuentran integrados en establecimientos públicos. Es el caso del tramo de mayor tamaño que lo podemos encontrar en un entorno envidiable, dentro de Alma del Temple, un restaurante que ha sido elegido recientemente como uno de los 10 más bonitos del mundo.
La Cárcel Modelo de Valencia fue proyectada por el arquitecto Joaquín María Belda a finales del S. XIX y abrió sus puertas en 1903. Estuvo en funcionamiento hasta 1991, cuando los presos fueron trasladados al nuevo centro penitenciario de Picassent. Desde entonces el edificio estuvo abandonado hasta que recientemente fue rehabilitado para acoger el complejo administrativo “9 de Octubre” de la Generalitat Valenciana.
En la rehabilitación se perdieron elementos como el muro perimetral y se conservaron otros como las galerías de presos. Y aunque la mayoría fueron convertidas en oficinas, una de las celdas se conservó tal cual como recuerdo del uso original del edificio.
En la parte posterior de las Torres de Serranos es posible observar, a la derecha del arco de paso, una pequeña campana de bronce verdoso.
La campana aunque tiene grabada la fecha de 1662 es mucho más antigua. Procede del Convento de San Antonio que estaba situado en la calle Sagunto. En el S. XIV fue colocada en un torreón de la muralla primitiva y cuando este fue derribado se reubicó en el recién construido Portal de Serranos.
Durante siglos tuvo funciones dispares como avisar de incursiones enemigas o anunciar la fuga de un preso. Durante el ataque de las tropas napoleónicas a Valencia un fragmento de metralla dejó mellado el borde de la campana y desde entonces quedó muda para siempre.
El día 2 de de Mayo de 1808 se produjeron en Madrid los primeros levantamientos populares contra la invasión de ejército francés dando origen a la que se conoce como Guerra de la Independencia.
La sublevación en Valencia tuvo lugar el día 23 a través del simbólico y célebre grito del Palleter que enarbolando su fajín a modo de bandera declaró la guerra a los franceses.
De los enfrentamientos con el ejército de Napoleón Bonaparte todavía quedan huellas visibles en nuestra ciudad. Quizás el ejemplo más emblemático sea el de los cañonazos que recibieron las Torres de Quart y que aún hoy en día podemos observar claramente.
El Copón de Miaja es como se conoce a un bunker construido en la playa del Saler por orden del general republicano Miaja en 1938 como medida de defensa ante un eventual ataque de las tropas franquistas.
El bunker, con más de 500 m2 de galerías, en la actualidad se encuentra sellado, aunque todavía es visible la torreta de 15 metros de diámetro que servía de base para un cañón de artillería antiaérea, procedente del Buque Jaime I, conocido por ser el barco que trajo los restos mortales de Blasco Ibáñez para ser enterrados en su tierra.
Se cuenta que los cañones fueron a parar a la costa gaditana cerca de Tarifa y Gibraltar, donde aún se conservan, aunque en desuso.
El Museo Fallero se encuentra ubicado en la plaza de Monteolivete y en él se exhibe la colección de todos los “ninots indultats” desde 1934. El edificio que lo acoge fue en origen un convento dedicado a San Vicente de Paul. Se construyó a principios del S. XIX y estaba destinado a ser colegio de sacerdotes, pero el edificio quedo inacabado. Su periodo como convento fue breve ya que tras la Desamortización fue destinado a diversos usos, desde cuartel militar hasta prisión, que durante la posguerra vivió sus más oscuros momentos.
Adosado al edificio se encuentra la iglesia de de Nra. Sra. de Monteolivete, del S. XVIII, que da nombre al barrio.
Durante el periodo de la Guerra Civil se llegó a contar en Valencia con más de 250 refugios antiaéreos. De todos ellos apenas se conservan unos pocos. Entre los que todavía subsisten, el que está construido bajo el patio del Instituto Luis Vives es el de mayor tamaño. Consta de cuatro galerías abovedadas paralelas entre sí de 33 metros de longitud cada una. Se accedía al refugio a través de unas rampas que partían del interior del instituto, hoy en día tapiadas. Actualmente se accede a él por una estrecha escalera que hay en el patio.