Cerca del núcleo histórico de Campanar, en lo que hasta hace pocos años era un evocador rincón de la huerta conocido como Racó del Pouet sobrevive la ermita más pequeña de Valencia. Este diminuto templo se construyó a principios del S. XIX para albergar una imagen de Cristo rescatada de las aguas por los vecinos durante una riada del Turia que inundó la zona.
Esta semana hemos celebrado el día de San Vicente Mártir, patrón de nuestra ciudad. Mucha gente ha aprovechado para visitar los lugares relacionados con el martirio del santo. En el subsuelo de la plaza de la Almoina se encuentran las ruinas arqueológicas de la Cripta de la Cárcel de San Vicente y sobre ellas se levanta uno de los edificios más bonitos de Valencia: La Casa Sancho, más conocida popularmente como la “Casa de Punt de Ganxo” por la decoración de su fachada que recuerda a un tejido hecho de ganchillo.
Fue construida en 1906 por el arquitecto Perís Ferrando en estilo modernista. Destaca, como hemos dicho, su bella fachada de esgrafiados blancos sobre fondo granate. En la planta baja tiene integrada una pequeña capilla del S. XVIII como recuerdo del lugar donde estuvo prisionero San Valero, compañero y maestro de San Vicente.
En la calle Corona se encuentra el antiguo asilo del Marqués de Campo. Fue construido en 1883 por mediación de José Campo, importante político valenciano que lo destinó a la acogida de niños necesitados. El edificio se edificó en estilo neogótico con influencias germánicas.
De todo el conjunto destaca especialmente la capilla, que por su configuración se convierte en un curiosísimo “engaño” arquitectónico. Para empezar, cuando atravesamos el arco ojival de la fachada creyendo que accedemos a la capilla realmente lo estamos haciendo al vestíbulo del asilo. Y es al entrar en ella cuando apreciamos el peculiar efecto visual. Sobre una planta de reducidas dimensiones se levanta una nave de gran altura (14 metros) imitando una catedral gótica en miniatura con todos sus elementos característicos (crucero, girola, cimborrio). Y no solo eso, las columnas que la sustentan, aparentemente de piedra, en realidad son de hierro pintado.
Actualmente, el Asilo del Marqués de Campo (como otros edificios religiosos de la ciudad) forma parte de la Universidad Católica de Valencia.
Durante estos días se puede visitar la exposición de belenes que la Asociación de Belenistas de Valencia ha instalado en el claustro del antiguo Convento de San Carlos Borromeo (Actual sede de la Universidad Católica), en la calle Quevedo.
Este sobrio edificio barroco fue construido en el S. XVIII para albergar a la Orden de Padres Agonizantes de San Camilo de Lelis, pero a los pocos años de su ocupación la orden tuvo que abandonar el convento. El inmueble tuvo varios usos después, tales como enfermería y academia de Cirugía del cercano Hospital General.
Pero tal vez su cometido principal fue dar sede a la Cofradía de los Genoveses, una hermandad de comerciantes italianos que llevaba en nuestra ciudad desde el S. XIV dedicándose al negocio de la seda. La Cofradía actuaba bajo la advocación de San Carlos Borromeo, que finalmente daría nombre al convento.
El edificio del Ayuntamiento es en realidad un conjunto de construcciones de distintas épocas que se fueron anexionando alrededor de la Casa Enseñanza construida en S. XVIII.
Como ya comentamos en una ocasión, el actual Museo Histórico está ubicado en las dependencias de lo que fue la antigua iglesia de Santa Rosa de Lima. Pero no es esta la única iglesia que podemos encontrarnos en el Ayuntamiento. En una de las fachadas laterales todavía se conserva la portada de la antigua iglesia de la Archicofradía de la Sangre. Cuando se derribó la iglesia para construir un colegio para “doncellas de distinguido nacimiento” dicha portada quedó integrada en la fachada recayente a la calle de la Sangre (de ahí el nombre de la calle).
En esta misma fachada también se conserva la puerta original de la Casa Enseñanza, en cuyo balcón superior la inscripción “Ayuntamiento” nos recuerda que esta fue la fachada principal antes de que se construyese la de la plaza, ya en el S. XX.
En la parte central del complejo cultural “La Beneficencia” se encuentra uno de esos lugares de belleza deslumbrante pero a la vez poco conocidos de nuestra ciudad. Se trata de la capilla que fue de este gran edificio que en origen estuvo dedicado a labores de caridad.
La capilla fue diseñada por el arquitecto Belda en 1883 en estilo neobizantino, siguiendo la moda historicista de la época (al igual que el neogótico o el neomudejar) de imitar estilos arquitectónicos antiguos. Se trató de recrear el estilo bizantino que durante toda la Edad Media nos dejó joyas del patrimonio mundial como Santa Sofía en Estambul o la Catedral de San Marcos en Venecia. Y es fácil transportarnos a aquella época cuando entramos en su interior, gracias a la fastuosa decoración de tonos dorados, mosaicos, y pinturas de Antonio Cortina.
Actualmente el edificio se denomina “Sala Alfons el Magnànim” y se utiliza para conciertos de música y otros actos culturales.
En su día comentábamos que el Aula Capitular del Convento de Santo Domingo es una de las grandes joyas arquitectónicas de nuestra ciudad. Pero el edificio cuenta además con otros espacios de gran relevancia artística.
Aprovechando que este fin de semana el Convento (actualmente Capitanía General) abre sus puertas al público en general vamos a detenernos en una de sus salas más espectaculares: La Capilla de los Reyes.
Construida en el S. XV en estilo tardogótico, debe su nombre a que fue diseñada para albergar las sepulturas del Rey Alfonso el Magnánimo y su esposa María de Castilla. Pero paradójicamente, ni ellos ni ningún miembro de la realeza llegaron a ser enterrados aquí. Pero sí importantes personajes históricos como el pintor Juan de Juanes o los Marqueses de Zenete (en un sepulcro de mármol blanco que constituye uno de los más bellos ejemplos de arte funerario en Valencia).
El elemento más llamativo de la capilla es posiblemente su imponente bóveda construida sin nervaturas ni columnas y sustentada directamente sobre los muros del recinto.
Como elemento curioso destaca una doble escalera de caracol que gira sobre el mismo eje que dando acceso a la parte superior de la sala principal.
A San Vicente Ferrer se le atribuyen numerosos milagros. Entre ellos, quizás el más renombrado sea el “del mocadoret”.
Cuenta la tradición que el santo estaba predicando en la plaza del Mercat y soltando un pañuelo (mocadoret) al viento dijo a los fieles que escuchaban su sermón que si seguían su vuelo, el pañuelo les llevaría hasta un lugar donde sus habitantes necesitaban ayuda urgente. El pañuelo los guió hasta una casa en la que una familia estaba muriendo de hambre y así pudo recibir la caridad de las buenas gentes de Valencia.
En la fachada del numero 5 de la plaza conocida precisamente como Miracle del Mocadoret existe un retablo cerámico que conmemora aquel milagro.
El Museo Fallero se encuentra ubicado en la plaza de Monteolivete y en él se exhibe la colección de todos los “ninots indultats” desde 1934. El edificio que lo acoge fue en origen un convento dedicado a San Vicente de Paul. Se construyó a principios del S. XIX y estaba destinado a ser colegio de sacerdotes, pero el edificio quedo inacabado. Su periodo como convento fue breve ya que tras la Desamortización fue destinado a diversos usos, desde cuartel militar hasta prisión, que durante la posguerra vivió sus más oscuros momentos.
Adosado al edificio se encuentra la iglesia de de Nra. Sra. de Monteolivete, del S. XVIII, que da nombre al barrio.
Un vistazo a los muros exteriores de la Iglesia de Santa Catalina revelan detalles que pueden resultarnos curiosos si nos fijamos en ellos.
Posiblemente, el más llamativo de ellos es el de la escultura de la cabeza decapitada de un obispo desconocido.
Se encuentra en uno de los arcos ojivales de la fachada recayente a la plaza de Lope de Vega. Estos arcos corresponden a los antiguos arcosolios (capillas sepulcrales) que fueron cegados durante el S. XVIII utilizando diversos materiales de relleno, incluyendo fragmentos de esculturas góticas.
La cabeza de piedra en realidad es una réplica que sustituyó a la original (posiblemente del S. XV) durante los trabajos de restauración del templo.
Se da la circunstancia, que la cabeza original, custodiada en una vitrina dentro de la iglesia fue robada con nocturnidad y alevosía en 2005.