París, 28 de Diciembre de 1895. Los hermanos Lumiere presentaban la primera proyección cinematográfica de la Historia: una serie de cortometrajes de menos de 1 minuto de duración entre los que se encontraban “La salida de los obreros de la Fábrica” y “La llegada del tren a la estación”. Era el nacimiento oficial del cine como Séptimo Arte.
El Cine llegaba a España pocos meses después; el 28 de Diciembre de 1896, Valencia se convertía en la segunda ciudad en realizar una exhibición pública del recién estrenado invento. El Cine, en sus inicios, era un espectáculo ambulante que se exhibía en teatros, cafés o barracones de feria, en muchos casos como complemento de otros números de variedades. Hubo de esperar hasta 1905 para que se inaugurase la primera sala de Cine con carácter fijo y estable de la ciudad: el Cinematógrafo de la Paz.
El Cinematógrafo se encontraba en los bajos del edificio Bolinches, en la esquina de la calle de la Paz con el Parterre, justo en lo que actualmente es la Oficina de Turismo. Esta sala contaba con personal técnico y abarcaba los tres sectores fundamentales del negocio cinematográfico: Exhibición, distribución y producción.
Si entramos en el interior de la Oficina de Turismo, con su espacio sustentado por esbeltas columnas de hierro, nos resultará fácil vislumbrar todavías como era aquella sala pionera, de cuando las películas aun eran mudas y en blanco y negro.
Puedes conocer esta y otras muchas curiosidades sobre la historia del Cine en Valencia si nos acompañas este viernes 27 de Septiembre a la ruta “Camins de Cinema” que organizamos junto a los compañeros de Caminart.
Para apuntarse, aquí : https://www.caminart.es/rutas/caminsdecinema/
Puede que cuando pasemos por la calle de Hernán Cortés reparemos en una fachada con un rótulo escrito con una tipografía art-decó muy característica que igual ya hemos visto en otros puntos de la ciudad como son los refugios antiaéreos de la Guerra Civil o la Sala Jerusalem. Dicho rótulo nos recuerda que en dicho lugar se encontraba el Cine Metropol, una sala diseñada por Javier Goerlich e inaugurada en 1934 aprovechando los bajos de un edificio construido en 1880. Durante casi siete décadas, este cine alternó películas de estreno, reestreno y programas de cine-estudio hasta que un incendio provocó su cierre en 2001.
Aunque no es el cometido de este blog, si me lo permitís, hoy os quiero contar una anécdota personal sobre esta sala de cine, que para mí supuso una de las experiencias cinematográficas más insólitas que como espectador he podido vivir.
Proyectaban aquel día un programa doble de películas de terror. Una de ellas era una producción titulada Demons dirigida por Lamberto Bava en 1985. El argumento de la película trataba de un grupo de personas que iban al cine a ver una película de terror y lo que sucedía en la pantalla poco a poco se iba repitiendo en el patio de butacas. Si no era suficientemente metacinematográfico e inquietante ir al cine a ver una película de “unos que iban al cine a ver una película y les pasaba lo mismo que les pasaba a los de la película” resultó que además la sala de cine que aparecía en las imágenes se llamaba…!Metropol! Pero lo mejor (o lo peor, según se mire) vino luego, cuando en un momento álgido de la proyección se produjo un apagón que dejó en la más completa oscuridad la sala, incluyendo pantalla y luces de emergencia. Durante unos interminables minutos, la gente asustada se puso a gritar frenéticamente hasta que volvieron las luces y la proyección se reanudó como si nada hubiese pasado.
Esta historia de terror la recuerdo con mucho cariño, pero mucho me temo que la autentica historia de terror que está a punto de suceder no la recordaré con tanto agrado, porque el Cine Metropol va a ser pronto derribado para construir un hotel. De nada sirven los valores artísticos de su estilo art-decó, ni de que se trate de un proyecto de un arquitecto prestigioso como Goerlich, ni mucho menos la memoria sentimental de varias generaciones de cinéfilos valencianos. El Cine Metropol va a ser asesinado como en las películas de miedo, porque por desgracia la realidad siempre es más terrorífica que la ficción.
El grupo de viviendas de Nuestra Señora de la Valvanera en el barrio de la Creu Coberta es uno de tantos que se levantaron a principios de los años 60 en plena fiebre del desarrollismo urbano. Su arquitectura funcional y anodina no es distinta al de resto de edificios residenciales de sus mismas características construidos en aquella época.
Pero este grupo de viviendas dedicado a la virgen patrona de la Rioja guarda en el interior de su manzana de casas algo que lo hace distinto a todos los demás: un mercado.
El mercado –del mismo periodo que el bloque de viviendas-permanece invisible a cualquier persona que pase por la calle y nada delataría su presencia si no fuese por dos portalones metálicos recayentes a la plaza de Santiago Suarez “Santi” con sendos carteles que señalan la entrada al recinto.
La Valvanera, hoy, resiste a duras penas los envites de la vida moderna y la competencia de supermercados y centros comerciales, añorando los tiempos en que las industrias cercanas –especialmente MACOSA, la pujante fábrica de locomotoras de tren- proveían de clientes a sus puestos de venta.
Durante las últimas semanas estamos asistiendo a la campaña que diversas entidades cívicas están llevando a cabo para evitar el derribo del antiguo cine Metropol, que luce en su fachada un característico rótulo de estilo art-decó cuya tipografía es similar a la utilizada para señalizar los refugios antiáereos de la Guerra Civil.
Es buen momento para recordar, que además del Metropol se conserva todavía el edificio del antiguo Jerusalem Cinema, situado en la esquina de las calles Convento Jerusalén y Vives Liern, con el que comparte estilo arquitectónico y tipografía en el rotulo de la fachada.
El Jerusalem Cinema fue proyectado en 1928 por Salvador Donderis en estilo art-decó. Durante décadas alternó programas de estreno y reestreno, y en su última etapa proyectó películas de "arte y ensayo" como algunas de Pasolini o la célebre Enmanuelle, que tantó escandalizó a la sociedad de la época. En 1985 cerró sus puertas como sala de cine para reabrirlas en la década de los 90 como discoteca, actividad que ha venido manteniendo con distintos nombres hasta la actualidad.
Exteriormente presenta un curioso aspecto, casi industrial, que le confiere su forma achaflanada y los paños verticales acabados en semicírculo y rematados por frontones curvos. En el interior todavía se puede intuir su estructura original de patio de butacas y primer piso.
En el mismo chaflán del edificio se distingue aún el rótulo de letras resaltadas que lo hermanan con el del Metropol, el cual esperamos y deseamos se salve del derribo y permanezca como memoria viva de nuestra ciudad.
Hace un tiempo hablábamos de la cisterna romana que se encuentra en el interior del restaurante La Moma en la calle Corretgería. Recientemente, en el mismo local se ha descubierto bajo una losa una galería subterránea, de la cual se especula (a falta de pruebas documentales) que pudiera tratarse de un tramo de un supuesto pasadizo secreto que llegase a la Catedral.
Parece más probable que sea de origen romano y por lo tanto pertenezca al propio sistema de conducción de aguas de la cisterna. Sea como fuere, el espacio ha sido habilitado y decorado con objetos antiguos y puede ser observado a través de una claraboya de cristal.
En la esquina de las calles Santo Tomás y Corredors existió en el S. XIX una taberna en la que se vendía vino a granel. Los toneles se almacenaban en una bodega subterránea a la cual se accedía por una estrecha y empinada escalera. Por sus características, este espacio subterráneo sirvió como refugio antiaéreo durante la Guerra Civil.
Fue por esa época cuando el local lo adquirió la familia Bermell, que con el paso de las décadas lo convertiría en uno de los restaurantes más emblemáticos de la ciudad: Ca´n Bermell.
Al igual que en otros locales míticos del barrio del Carmen, durante los años 70 el restaurante era muy frecuentado por políticos de distinto signo y en sus manteles se forjaron muchos acuerdos durante la Transición y la incipiente Democracia. También se sentaron en sus mesas relevantes figuras del mundo del cine (como Fernán Gómez o García Berlanga) y de la literatura, como reconocidos premios Nobel de la talla de Saramago y Vargas Llosa.
Ca’n Bermell cerró sus puertas en 2012, para reabrir recientemente convertido en Viva Tapas Bar, un acogedor local especializado en tapas creativas, en el cual aquella vieja bodega que almacenaba vinos a granel, ahora ha recuperado su función guardando una buena selección de referencias enológicas.
Si ya es difícil encontrar vestigios de aquellas salas de cine que amenizaron las veladas de los valencianos durante la segunda mitad del S. XX, hallar indicios de los cines pioneros que hicieron del Séptimo Arte un incipiente espectáculo en los albores del siglo es prácticamente imposible. Salvo honrosas excepciones, y el Cine Montes es una de ellas.
Este pequeño local con aspecto de nave industrial fue inaugurado en 1925. Se encuentra situado en el núcleo histórico de Benicalap, en la calle actualmente conocida como José Grollo y que por aquel entonces era un tramo del Camino Viejo de Burjassot que transcurría por la huerta. Su nombre está dedicado a Arturo Montesinos “Montes”, el primer goleador (e ídolo popular) que tuvo el Valencia C.F, que era natural del barrio.
Aunque muy desdibujado, en el remate de la fachada aun se puede leer el letrero de “Cine Montes”, una autentica reliquia de los años 20.
En la calle Corretgería, el restaurante Moma cuenta con un reservado a modo de cueva. Por su fisonomía y ubicación bien podría tratarse de una cisterna de la época romana que abastecía de agua a la ciudad. Durante la Edad Media también pudo haber servido de granero a la vecina Catedral. A la entrada a la cisterna se puede contemplar en el suelo una losa de piedra que da acceso a un pasadizo que transcurre bajo este local y los adyacentes.
Es noticia estos días la inminente reapertura del Hotel Reina Victoria, tras permanecer cerrado durante una temporada por reformas.
El hotel, situado en la céntrica calle de Las Barcas, está considerado como el más antiguo de la ciudad. Construido en 1910 como edificio de viviendas, es en 1913 cuando fue inaugurado como hotel. Obra del arquitecto Luis Ferreres, (autor del antiguo Matadero Municipal de la Pechina) destaca por sus marquesinas y por sus miradores de hierro y cristal.
A lo largo de su siglo de existencia, sus instalaciones han alojado a un buen numero de personajes históricos: toreros como Manolete o El Cordobés, músicos como José Iturbi, fotógrafos como Robert Cappa y escritores como Jacinto Benavente, Federico García Lorca o Ernst Hemingway, el cual comenzó a escribir aquí Fiesta, una de sus obras más reconocidas.
Este fin de semana la mítica discoteca Bounty cumple 50 años. Inaugurada en 1966, se suele considerar la discoteca en activo más antigua de la ciudad. En realidad, ese honor se lo disputaha de disputarselo con Mogambo, otra sala legendaria, que abrió sus puertas en 1947 como cabaret (con el nombre de Mocambo) y que tras diversos cambios y avatares ha conseguido mantenerse hasta nuestros días.
La Bounty toma su nombre de un barco inglés, famoso por un motín que inspiró obras literarias y cinematográficas. De hecho, su decoración a base de madera y sus ventanas en forma de ojo de buey evocan ese ambiente naval.
Se encuentra situada en la calle José Iturbi, en una zona del barrio de la Xerea que durante el final de los años 70 y buena parte de los 80 conoció una gran animación nocturna gracias a locales como Bovery, Rincón Latino, El Balcó o Nudos. Zona que por aquel entonces era conocida como “Tascas” y que una generación de valencianos seguramente recordará.