El trazado de la avenida del Oeste acaba abruptamente frente a una hilera de fachadas envejecidas que a modo de barrera conforman la calle Belluga, un rincón que guarda la memoria de ciertos negocios tenebrosos de antaño.
Cuenta la hemeroteca que durante el primer tercio del siglo XX existió en esta calle un rastro de compra-venta. En algunos puestos se vendían zapatos robados a los difuntos haciéndolos pasar como nuevos. Aprovechaban los velatorios de los pueblos cercanos para despojar a los fallecidos de sus joyas y objetos personales como el calzado. Tras desinfectarlos toscamente y embetunarlos, los ponían a la venta sin advertir a los posibles compradores de su procedencia, pero a veces el olor desprendido acababa por delatarlos.
En sustitución a la derribada en el barrio del Carmen, en 1952 se construyó una nueva Casa de la Misericordia en la zona de Soternes, en lo que actualmente es el límite del barrio de la Fuensanta. Este edificio sirvió para amparar a necesitados y huérfanos hasta 1981, cuando cesó su actividad. Actualmente es un moderno instituto de formación profesional que guarda un misterio…
Un antiguo orfanato, llantos nocturnos, luces que se encienden y apagan, cuadros que caen al suelo sin explicación, el espectro de un niño asomado a una ventana… el complejo educativo de la Misericordia cumple canónicamente todos los requisitos que toda historia de fantasmas precisa. La prensa publicaba en 2011 testimonios de trabajadores del centro que aseguraban presenciar estos fenómenos desde años atrás. ¿Realidad o fantasía?
Como todos los años, toca celebrar la fiesta del patrón de la Comunidad Valenciana. San Vicente nació en Valencia un 23 de Enero de 1350, y hasta hace poco era costumbre conmemorar esa fecha con una escenificación del bautizo del santo en la iglesia de San Esteban.
En el baptisterio de dicha iglesia se exponían 19 figuras policromadas y ricamente ataviadas, tantas como asistentes a la celebración del sacramento marcaba la tradición. Estas figuras, conocidas popularmente como bultos de San Esteve tienen su origen a finales del S. XVI, aunque las que se conservan en la actualidad fueron modeladas en 1788 por el artista José Esteve Bonet.
Los bultos han sido restaurados recientemente y lucen en todo su esplendor en el Ilustre Colegio Notarial de Valencia.
Como todos los años las parroquias del distrito marítimo viven sus días más especiales durante la celebración de la Semana Santa. Aprovechando las procesiones vale la pena visitar las principales iglesias y descubrir algunas de sus leyendas y curiosidades históricas.
La de Santa María del Mar en el Grao, por ejemplo, tiene su origen en el S. XIV, aunque el templo actual fue construido en el S. XVII. En su interior alberga la talla de un Cristo crucificado, conocido cariñosamente como el Negret por su color oscuro. Cuenta una hermosa leyenda que en 1411 la talla llegó desde el mar flotando por el rio sobre una escalera de 33 peldaños. El rio Turia ejercía de frontera natural entre el Grao y Ruzafa (entonces municipios independientes). Como ambos poblados se disputaban la posesión del Cristo, las autoridades decidieron lanzar de nuevo la talla al mar para ver hacía donde se dirigía. Las aguas condujeron la talla hasta la orilla del Grao.
Y si las aguas protagonizan la leyenda, también lo hacen de un hecho histórico decisivo. Adosada a la fachada principal de la iglesia se encuentra una fuente con un niño sentado sobre una concha marina; Fue colocada en 1859 para dotar de agua potable a los vecinos del Grao, nueve años después de que la primera red de suministro se inaugurase en la capital.
El Convento de Santa Clara se encuentra en la avenida de Pérez Galdós. Se trata de un edificio religioso construido en 1911 por el arquitecto Ramón Lucini, en estilo historicista medievalista. Destaca por su cerramiento de muros de mampostería careada mixta con recercado de huecos que remite directamente a la arquitectura teresiana y por la iglesia neoclásica a la que se accede por un pequeño atrio.
Existe en Valencia la tradición de que las falleras depositen huevos en el convento como ofrenda a la patrona del buen tiempo, (y también de la televisión y las telecomunicaciones, por cierto) rogándole que no llueva durante las fiestas.
Este año la ofrenda ha debido ser generosa, puesto que las lluvias que amenazaban con aguar la semana fallera remitieron justo antes de la plantá…
Durante los últimos días y a raíz de la negativa de la Consellería de Transparencia a la solicitud por parte de un particular de pasar la noche en sus instalaciones para investigar supuestos fenómenos paranormales, ha vuelto a poner de actualidad uno de los lugares encantados más emblemáticos de Valencia: La antigua clínica maternal de la Alameda conocida popularmente como La Cigüeña.
El edificio, sede de la consellería, es fruto de la remodelación llevada a cabo en 1951 por el arquitecto Antonio Gómez Davó, que imprimió a la reforma un marcado estilo casticista. Su denominación popular se debe a la escultura de una cigüeña en la fachada.
Cobró cierta fama cuando en 1990 la prensa se hizo eco de las apariciones de un ente sobrenatural que pronto sería conocido como La Dama de Rosa. Relataban los testigos haber escuchado llantos de un niño y observado la presencia de una mujer vestida con un camisón rosa que vagaba por los pasillos en busca de su hijo. Hubo quien la identificó con Lourdes, una madre que murió de parto en la época en que el edificio fue clínica maternal…
La transición de la vida terrenal a la muerte es un trámite que muchos temen y pocos desean. Desafiando esta lógica ancestral, durante siglos, algunas mujeres tomaron la decisión de permanecer muertas en vida. Aunque en algunos casos era por castigo, en la mayoría de ellos estas mujeres solicitaron voluntariamente como penitencia o devoción ser emparedadas para poder dedicarse a la oración y a la contemplación. El enterramiento prematuro se producía en el exterior de las iglesias, en estrechas celdas dotadas de pequeñas rejas por las que las emparedadas recibían comida y limosna. Esta costumbre, conocida como voto de tinieblas, se mantuvo desde la Edad Media hasta el siglo XVIII. Existen testimonios escritos de emparedamientos en las iglesias de San Esteban, San Andrés, San Lorenzo y especialmente Santa Catalina, cuyos vestigios desaparecieron tras las obras llevadas a cabo a causa del incendio acaecido en 1584.
En la avenida del Puerto, haciendo esquina con la calle de José Aguilar, está ubicada la antigua fábrica de Industrias Aceiteras Casanova. Construida en la primera década del siglo XX, no pasa desapercibida gracias a la agradable combinación de ladrillo rojo con piedra blanca. Conserva, además, la chimenea y una prensa de aceites colocada como ornato en la placeta recayente a la fachada posterior.
La fábrica perteneció a Manuel Casanova, fundador de CIFESA, la mayor productora de la historia del cine español. En realidad, la compañía fue creada por la familia Trénor en 1932, adquiriéndola la familia Casanova a los pocos meses de su creación y manteniéndola hasta su desaparición en 1965
CIFESA fue considerada durante años como el “Hollywood español”, debido a su característica política cinematográfica a imitación del “star system” americano, basada en un equipo artístico estable, estudios propios y un plantel de estrellas reconocibles y admiradas como fueron Amparo Rivelles, Aurora Bautista o Rafael Durán. A esta compañía se deben grandes éxitos del cine español clásico como Morena Clara o Locura de amor.
La Casa Forestal de El Saler es un bonito edificio situado en el interior del bosque de la Devesa de El Saler, pero muy cerca de la playa. Perteneció a la Corona y se construyó en 1920 para albergar al cuerpo de Guardas Forestales encargado de vigilar el bosque. Destaca por su profusa decoración a base de retablos cerámicos y azulejos que representan escenas de la vida cotidiana de La Albufera.
De todos ellos, el más emblemático es panel que adorna el pavimento de la sala principal de la planta baja. Representa la leyenda de la serpiente Sancha y el pastor, inmortalizada por Blasco Ibáñez en su novela Cañas y Barro.
Cuenta la leyenda que un pastorcillo de La Albufera tenía como única amiga a una pequeña serpiente a la que alimentaba con leche de sus cabras. La serpiente, a la que llamaba Sancha, jugaba con el pastor enroscándose por su cuerpo. El pastor tuvo que partir a la guerra, dejando sola a Sancha. Cuando años más tarde regresó a casa, buscó a Sancha para descubrir que esta había crecido y había alcanzado un tamaño descomunal. Sancha reconoció a su amigo, y quiso enroscarse en su cuerpo como cuando era pequeña, pero con tal fuerza que le quebró todos los huesos provocándole la muerte.
Todas las gentes que habitaban el lago, conocían la leyenda y pronunciaban el nombre de la Sancha con terror, con lo que podríamos considerar que esta serpiente legendaria es el equivalente valenciano del monstruo del Lago Ness.
Cuantas veces el viajero habrá admirado la incomparable belleza de los mosaicos de la antigua cantina de la Estación del Norte. Y cuantas se habrá preguntado quien es esa mujer anónima, vestida con traje de valenciana, que en uno de ellos porta primorosamente un ramo de flores.
Una mujer que recientemente ha abandonado el anonimato para cobrar vida con nombre y apellidos propios. Se trata de Josefina Momblanch Llopis y fue cuñada de Demetrio Ribes, el arquitecto que diseñó la emblemática estación. Este eligió a Josefina para ser inmortalizada como la imagen de la mujer típica valenciana de la época.
Esta desconocida historia ha salido a la luz gracias al empeño de nuestros compañeros de la web Valencia Bonita que han recopilado datos y fotografías a través de Josefina Victoria Ribes y Carina Cimadevilla, nieta y bisnieta respectivamente de Josefina Momblanch.