Puede que cuando pasemos por la calle de Hernán Cortés reparemos en una fachada con un rótulo escrito con una tipografía art-decó muy característica que igual ya hemos visto en otros puntos de la ciudad como son los refugios antiaéreos de la Guerra Civil o la Sala Jerusalem. Dicho rótulo nos recuerda que en dicho lugar se encontraba el Cine Metropol, una sala diseñada por Javier Goerlich e inaugurada en 1934 aprovechando los bajos de un edificio construido en 1880. Durante casi siete décadas, este cine alternó películas de estreno, reestreno y programas de cine-estudio hasta que un incendio provocó su cierre en 2001.
Aunque no es el cometido de este blog, si me lo permitís, hoy os quiero contar una anécdota personal sobre esta sala de cine, que para mí supuso una de las experiencias cinematográficas más insólitas que como espectador he podido vivir.
Proyectaban aquel día un programa doble de películas de terror. Una de ellas era una producción titulada Demons dirigida por Lamberto Bava en 1985. El argumento de la película trataba de un grupo de personas que iban al cine a ver una película de terror y lo que sucedía en la pantalla poco a poco se iba repitiendo en el patio de butacas. Si no era suficientemente metacinematográfico e inquietante ir al cine a ver una película de “unos que iban al cine a ver una película y les pasaba lo mismo que les pasaba a los de la película” resultó que además la sala de cine que aparecía en las imágenes se llamaba…!Metropol! Pero lo mejor (o lo peor, según se mire) vino luego, cuando en un momento álgido de la proyección se produjo un apagón que dejó en la más completa oscuridad la sala, incluyendo pantalla y luces de emergencia. Durante unos interminables minutos, la gente asustada se puso a gritar frenéticamente hasta que volvieron las luces y la proyección se reanudó como si nada hubiese pasado.
Esta historia de terror la recuerdo con mucho cariño, pero mucho me temo que la autentica historia de terror que está a punto de suceder no la recordaré con tanto agrado, porque el Cine Metropol va a ser pronto derribado para construir un hotel. De nada sirven los valores artísticos de su estilo art-decó, ni de que se trate de un proyecto de un arquitecto prestigioso como Goerlich, ni mucho menos la memoria sentimental de varias generaciones de cinéfilos valencianos. El Cine Metropol va a ser asesinado como en las películas de miedo, porque por desgracia la realidad siempre es más terrorífica que la ficción.