Cuenta la leyenda que hubo un tiempo en el cual un terrible dragón atemorizaba a las gentes de la huerta de Valencia. Un héroe anonimo acabó con él cegándolo con su armadura de espejos que reflejaba la luz del sol y atravesandolo con una lanza.
El dragón disecado (en realidad un caimán donado por el Virrey del Perú) podemos verlo hoy en día en la entrada de la iglesia del Patriarca.