Conforme nos alejamos de la ciudad hacia el norte, los campos de regadío devienen en tierras de secano, dando paso a fincas con grandes extensiones boscosas y tierras de labor, como es el caso del Mas de Fondo, en Massarrojos. Amplios pinares y pastos para la ganadería rodean al conjunto formado por la masía primitiva, la villa de recreo del siglo XIX con jardín y un riurau del siglo XVIII. Si ya sorprende encontrar por estas latitudes un riurau ―secadero que se utilizaba durante la elaboración de la uva pasa para protegerla de la lluvia y del rocío―, que es una construcción más propia de la comarca alicantina de la Marina Alta, todavía lo es más descubrir que se trata del mayor de los riuraus valencianos y, por ende, el más grande del mundo.
Su estado de conservación es excelente y mantiene la misma tipología que sus homólogos alicantinos: edificio porticado con catorce ulls en cada fachada longitudinal y uno más por cada fachada lateral ―aunque algunos se encuentran cegados―, orientación Este-Oeste y cubierta a dos aguas. Como hecho anecdótico, cabe reseñar que los puntales metálicos que ayudan a sostener la viga principal de madera son columnillas que pertenecieron a uno de los palcos del Trianon Palace, un cine-teatro de los más deslumbrantes que existieron en Valencia.
Desde hace unos pocos años, a finales de verano, el Mas de Fondo abre sus puertas para celebrar la escaldá del raïm, tradición recuperada gracias a la iniciativa de diversas entidades culturales y de los propios dueños de la finca. La escaldá es el proceso por el cual se transforma la uva moscatel en pasa haciéndola hervir en un caldero para luego dejarla secar sobre cañizos durante unos días. Esta tradición recuperada demuestra que, con voluntad, es posible la sostenibilidad del patrimonio en base a distintos factores históricos, artísticos, ecológicos o lúdicos.