Conocida es la fama de predicador de San Vicente Ferrer y son muchos los lugares que guardan la memoria de sus sermones. Uno de ellos es la Alquería Juliá, donde cuenta la tradición que el santo predicó a la sombra de una de las encinas de su huerto.
Se trata de un palacete rural construido en el S. XVII, considerado el mejor ejemplo de estilo tardo-herreriano que se conserva en la ciudad. En su origen se encontraba en medio de la huerta de Valencia, pero la expansión urbana lo absorbió, quedando enclavado en la calle de Castán Tobeñas, en pleno barrio de Nou Moles.
En su época de esplendor contó con un magnifico huerto hoy desaparecido y con un jardín del cual apenas quedan vestigios originales. Conserva, en cambio, algunos de sus elementos arquitectónicos más destacados como son la torre, el zaguán o la portada de piedra del balcón de la fachada principal.
El edificio albergó, además de a San Vicente, a otros personajes notables: El mariscal francés Suchet que dirigió la invasión napoleónica de Valencia desde la azotea; el infante Carlos María, aspirante al trono durante las guerras carlistas; y la reina Isabel I, que se alojó allí mientras su madre, María Cristina, abdicaba como regente de España.