Durante siglos la plaza del Mercat se utilizó, entre otros menesteres, para ajusticiar públicamente a los presos condenados a horca o garrote vil. Los cuerpos quedaban expuestos en la plaza durante días como escarnio y aviso a delincuentes. Por razones de salubridad, en el S. XIV se decidió trasladar los cadáveres de los ajusticiados a un lugar concurrido a las afueras de la ciudad, donde antes de ser enterrados eran colgados y exhibidos hasta consumirse.
Ese lugar, conocido como el Cementerio de los Ajusticiados, todavía existe. Se construyó en terrenos por aquel entonces de Valencia pero actualmente situados en el casco urbano de Tavernes Blanques. Se encuentra este pequeño recinto vallado al fondo del jardín que hay junto al Carraixet, saliendo de Tavernes en dirección a Almássera.
Aquí reposaron los restos de ajusticiados ilustres como el General Elío, el Héroe Romeu o Cayetano Ripoll, la última víctima de la Inquisición en España.