Calle de las Brujas, así se conoció durante siglos a la actual calle Angosta del Almudín, vía que, como su nombre indica, discurre a lo largo del muro norte del edificio del Almudín y lo separa de la manzana de viviendas contigua. El origen de su nombre es incierto, pero se especula que ciertas hechiceras dedicadas a la elaboración de pócimas mágicas pudiesen haber habitado en ella.
Leyenda o realidad, es innegable que esta calle, especialmente de noche, conserva un hálito de misterio casi medieval que le confieren elementos como el empedrado del suelo o el muro del Almudín, además de tratarse de una de las más estrechas del casco antiguo. A todo ello hay que añadir la curiosidad de que durante largo tiempo, en ambos extremos de la calle, existieron unas puertas que la cerraban al caer la noche.