Tal día como hoy, el 14 de Octubre de 1957, se produjo aquella trágica riada que ha marcado la memoria de los valencianos. Como recordatorio de la catástrofe han quedado a lo largo de la ciudad una serie de placas cerámicas o metálicas que indican el nivel que alcanzaron las aguas.
Una de ellas podemos encontrarla en el exterior de esa curiosa construcción antigua que asoma tímidamente entre las moles futuristas del Ágora y del puente del Azud del Oro (o “El Jamonero”, si se prefiere su acepción popular). Dicha construcción corresponde a la casa de compuertas y a un pequeño tramo del azud de la acequia del Oro, que precisamente da nombre al puente que se eleva por encima. Un azud es una barrera que eleva el nivel de agua de un rio para desviar parte de su caudal a una acequia de riego. La acequia del Oro recibe ese nombre de manera irónica ya que al estar situada en el tramo final de rio recogía todo el detritus de la ciudad, y aquello para los regantes era “oro”, ya que al regar los campos de paso también los abonaba.