Entre las actuales calles de Quart y Murillo, existió el Convento de la Puridad, construido en el S. XIII. De aquel convento aun sobrevive milagrosamente, encerrado entre fincas y apenas visible desde la calle, su jardín y parte del muro que lo rodeaba.
El jardín cuenta con impresionantes ejemplares botánicos. Entre ellos destacan tres palmeras de casi doscientos años y un olivo de más de cuatrocientos, que con sus dieciséis metros de altura, se convierte en uno de los más altos del mundo.