Enero de 1937, Guerra Civil. El primer bombardeo sobre la ciudad de Valencia por parte del bando nacional convirtió en prioridad la defensa pasiva de la capital habilitando casi 200 sótanos y construyendo 41 refugios antiaéreos de carácter público.
El acceso a los refugios se regía por un sistema de sirenas que avisaba de los inminentes ataques aéreos; hasta nuestros días solamente ha llegado una de ellas: la situada en la azotea de un edificio de la plaza del Pintor Segrelles, frente a la Finca Roja.