Al finalizar la Guerra Civil, Valencia se encontró con un panorama desolador alentado por la escasez de bienes de consumo, la crisis económica y la destrucción de los hogares de buena parte de la población. Ante este escenario, se impuso la necesidad de regenerar el tejido urbano con la construcción de viviendas de bajo coste en un intento de paliar la situación. Goerlich —por aquel entonces arquitecto mayor del Ayuntamiento de Valencia— acometió entre 1943 y 1949 una serie de grupos de viviendas protegidas, concebidos como amplios bloques cerrados sobre patios comunitarios ideados para el desarrollo de la vida social de los vecinos. Su morfología, la baja calidad de los materiales empleados y los austeros acabados exteriores —generalmente revocos pintados combinados con paños de ladrillo— los alejaban del ideal de ciudad-jardín que había predominado en la construcción de casas baratas en décadas anteriores. El primero de ellos, el grupo residencial Alboraya —en la calle homónima—, que contaba además con dos pequeños grupos escolares —uno de niños y otro de niñas— en el interior de su patio de manzana, fue construido para realojar a los afectados por los derribos de la avenida del Oeste y de la plaza de la Reina, lo que no dejaba ser una operación encubierta de limpieza social que pretendía alejar a las clases menos favorecidas del centro de la ciudad hacia las afueras, a favor de otras de estatus acomodado más acordes con la imagen que se pretendía transmitir con la apertura de las nuevas vías comerciales del centro histórico.
Los grupos Industria I y Federico Mayo (Industria II), también ideados para los afectados por las reformas del centro, siguen el mismo esquema que el de Alboraya —igualmente cuentan con grupos escolares en su interior—, pero su aspecto de vila closa queda acentuado por la disposición de sus pasajes de entrada, al igual que sucede con el grupo Santa Rosa. El más grande de estos grupos, el de la carretera de Barcelona, también es el más interesante al plantear una ordenación de sus bloques que remite a las hoffe vienesas y a la manzana del barrio de Spangen (Rotterdam), diseñada por Michiel Brinkman en 1919. El último proyecto de Goerlich durante este periodo fue el del grupo San Jerónimo-Coronel Montesinos, donde cambió radicalmente de estilo para presentar una serie de hileras con viviendas distribuidas en dos alturas, con cierto sabor rural.
Algunos de estos grupos de viviendas sociales no han envejecido bien debido a la precariedad constructiva, la presión urbanística o el desarraigo social. Aun así, traspasar sus umbrales, transitar sus patios abiertos, deambular en definitiva por un tipo de arquitectura algo pasada de moda no deja de tener cierto encanto crepuscular.