Por estas fechas, hace ahora 78 años, estallaba en España la Guerra Civil. Cuando la República decidió trasladar el Gobierno a Valencia, la ciudad fue sistemáticamente bombardeada durante todo el conflicto bélico. Todavía hoy en día es posible observar las huellas de los impactos de los proyectiles aéreos en edificios como el Ayuntamiento o la Iglesia de San Andrés.
Al final de la avenida de Burjasot, en el barrio de Benicalap, se alza un palacete rodeado de jardines. Aunque su estado es el de lamentable abandono todavía es posible intuir su antiguo esplendor. La mansión fue construida a finales del S. XIX por encargo de una familia de indianos (Así se les denominaba a los emigrantes españoles que volvían de América habiendo hecho fortuna) que siguiendo la tendencia de la incipiente burguesía local buscaban una zona de recreo cerca de la capital. Por esta razón la mansión sería conocida como Casino del Americano, pese a que su nombre original fue el de Quinta de Ntra. Sra. de las Mercedes.
El palacete estuvo habitado hasta bien entrado el S. XX, teniendo posteriormente otros usos, siendo el de local de copas (con el nombre de Saudi Park) el más recordado por los vecinos del barrio.
Muchos de sus elementos arquitectónicos, por desgracia, han sido expoliados. Sirva como ejemplo el de las esfinges de piedra que vigilaban la entrada principal del jardín y que, según decían, te seguían con la mirada cuando pasabas por delante de ellas.
LA MURALLA ARABE DE VALENCIA: CENANDO JUNTO AL MAYOR TRAMO CONSERVADO DE MURALLA
Como ya hemos comentado en alguna ocasión, son varios los tramos de la muralla árabe del S. XII que se conservan en la ciudad. Algunos de ellos se encuentran integrados en establecimientos públicos. Es el caso del tramo de mayor tamaño que lo podemos encontrar en un entorno envidiable, dentro de Alma del Temple, un restaurante que ha sido elegido recientemente como uno de los 10 más bonitos del mundo.
La Cárcel Modelo de Valencia fue proyectada por el arquitecto Joaquín María Belda a finales del S. XIX y abrió sus puertas en 1903. Estuvo en funcionamiento hasta 1991, cuando los presos fueron trasladados al nuevo centro penitenciario de Picassent. Desde entonces el edificio estuvo abandonado hasta que recientemente fue rehabilitado para acoger el complejo administrativo “9 de Octubre” de la Generalitat Valenciana.
En la rehabilitación se perdieron elementos como el muro perimetral y se conservaron otros como las galerías de presos. Y aunque la mayoría fueron convertidas en oficinas, una de las celdas se conservó tal cual como recuerdo del uso original del edificio.
Hoy se celebra la “festa grossa” de nuestra ciudad, el día del Corpus. Durante la Procesión se van sucediendo personajes de origen bíblico con otros casi mitológicos. Pero hay uno que enseguida llama nuestra atención por su extraño y amenazador aspecto: La Tarasca.
Se trata de un monstruo con seis patas, cuerpo de tortuga, cola de escorpión y cabeza de león. Representa al dragón que según la leyenda fue vencido por Santa Marta cerca de la ciudad francesa de Tarascón (de ahí su nombre) y es presencia habitual en otras procesiones del Corpus españolas como la de Granada, Toledo o Zamora.
En Tarascón, su ciudad de origen, cuenta incluso con un monumento propio junto al castillo.
En su día comentábamos que el Aula Capitular del Convento de Santo Domingo es una de las grandes joyas arquitectónicas de nuestra ciudad. Pero el edificio cuenta además con otros espacios de gran relevancia artística.
Aprovechando que este fin de semana el Convento (actualmente Capitanía General) abre sus puertas al público en general vamos a detenernos en una de sus salas más espectaculares: La Capilla de los Reyes.
Construida en el S. XV en estilo tardogótico, debe su nombre a que fue diseñada para albergar las sepulturas del Rey Alfonso el Magnánimo y su esposa María de Castilla. Pero paradójicamente, ni ellos ni ningún miembro de la realeza llegaron a ser enterrados aquí. Pero sí importantes personajes históricos como el pintor Juan de Juanes o los Marqueses de Zenete (en un sepulcro de mármol blanco que constituye uno de los más bellos ejemplos de arte funerario en Valencia).
El elemento más llamativo de la capilla es posiblemente su imponente bóveda construida sin nervaturas ni columnas y sustentada directamente sobre los muros del recinto.
Como elemento curioso destaca una doble escalera de caracol que gira sobre el mismo eje que dando acceso a la parte superior de la sala principal.
En la plaza de Mossen Sorell, justo donde actualmente se encuentra el mercado, existió un palacio que perteneció al influyente linaje valenciano de los Sorell. Construido a mediados del S. XV en estilo gótico fue uno de los palacios más bellos de nuestra ciudad. En el S. XIX sufrió un pavoroso incendio que lo sumió en la ruina. Cuando finalmente fue derribado solo algunos de sus elementos arquitectónicos se salvaron. Entre ellos tres portadas flamígeras (La principal, la de la capilla y la de la Sala Noble) que fueron a parar, respectivamente, a destinos tan dispares como la Galería Parmeggiani de Regio Emilia en Italia, el Museo del Louvre en París y el Museo de Cerámica de Manises.
Se suele considerar dentro del ámbito de las ciencias paranormales que el primer ¨poltergeist” documentado en España tuvo lugar en Valencia.
Sucedió en 1915. En un edificio de la plaza del Esparto comenzaron a ocurrir sucesos inexplicables como extraños ruidos que llenaron de pánico durante meses a los vecinos del inmueble. La prensa, tanto local como nacional, dio cumplida información de los supuestos fenómenos paranormales provocando que una multitud de personas se agolpara en la plaza con la intención de escuchar o ver al “Duende de Esparto”, que es como se bautizó a la maligna entidad que provocaba los sonidos misteriosos.
Tal fue la expectación creada, que por primera vez en la historia de España se mandó registrar una casa “encantada” por orden judicial. Casi medio centenar de policías se encargaron de inspeccionar exhaustivamente la finca sin resultados concluyentes.
Hasta que un día, de repente, los ruidos cesaron. Pero aun hoy en día hay quien al pasar frente al edificio acerca el oído por si acaso escucha al Duende de Esparto.
El Palacio Real de Valencia fue uno de los edificios más emblemáticos que existieron en nuestra ciudad. Construido en el S. XI fue residencia de reyes hasta su derribo a principios del XIX. Se encontraba situado en lo que actualmente es la calle General Elio y dio nombre tanto al puente del Real como a los que fueron sus jardines que hoy conocemos también como Viveros.
En 1810, durante el asedio de las tropas de Napoleón el palacio fue arrasado, pero no por los franceses como pudiera pensarse, sino por los propios españoles que en una desafortunada estrategia militar decidieron destruir el edificio para que no cayese en manos enemigas.
Fue tal el montón de cascotes que se formó que cuatro años después el General Elio ordenó que se cubrieran de tierra y vegetación dando lugar a las “muntanyetes d’Elio” que todavía perviven integradas en los jardines del Real.
Hace unos años una excavación arqueológica en la base de los montículos dejó a la vista fragmentos de una de las fachadas del palacio.
Mucha gente recordará que a mediados de los 80 unas obras de canalización en General Elio dejaron a la vista una buena parte de los restos del palacio que tras diversas polémicas fueron cubiertos de nuevo por el asfalto.
En la parte posterior de las Torres de Serranos es posible observar, a la derecha del arco de paso, una pequeña campana de bronce verdoso.
La campana aunque tiene grabada la fecha de 1662 es mucho más antigua. Procede del Convento de San Antonio que estaba situado en la calle Sagunto. En el S. XIV fue colocada en un torreón de la muralla primitiva y cuando este fue derribado se reubicó en el recién construido Portal de Serranos.
Durante siglos tuvo funciones dispares como avisar de incursiones enemigas o anunciar la fuga de un preso. Durante el ataque de las tropas napoleónicas a Valencia un fragmento de metralla dejó mellado el borde de la campana y desde entonces quedó muda para siempre.
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