Una noche como la de hoy, hace 56 años, fue el inicio de una tragedia que habría de permanecer para siempre en la memoria colectiva de los valencianos: La Riada de 1957.
El Turia se desbordó y en algunos puntos el nivel de las aguas alcanzó varios metros de altura.
Todavía existen en varios lugares placas que indican la altura a la que llegó el agua. Es el caso de las situadas en la Plaza del Portal Nou, en la calle Conde de Montornés o en la fachada de Capitanía General. Pero hay muchas más. Desde aquí os invitamos a todos los que conozcáis la ubicación de alguna de estas placas de “Hasta aquí llegó la riada” lo compartáis con nosotros.
El próximo miércoles se conmemora, como todos los años, la entrada de Jaime I en Valencia en 1238 tras conquistarla a los musulmanes. Cuenta la leyenda que el Rey prometió a sus soldados que aquellos que entrasen los primeros en la ciudad conquistada podrían repoblarla con mujeres traídas de su tierra de origen. Es así como llegaron a Valencia 300 doncellas para casarse. De inmediato, se consumaron 7 matrimonios. Como recuerdo a estos primeros pobladores cristianos se esculpieron en piedra las 14 cabezas de estos en el alero de la puerta románica de la Catedral (la situada en la Plaza de la Almoina)
Situada en la Avenida de Giorgeta, la antigua estación de ferrocarril Valencia-Villanueva de Castellón es conocida también como Estación de Jesús. Cuando en los años 80 se inauguró la primera línea de metro subterráneo la estación dejo de funcionar como tal. Su edificio principal se convirtió en biblioteca y su playa de vías en un jardín. Integradas en este, permanecen las marquesinas de los andenes, que como detalle curioso, conservan los escudos de todas las poblaciones en las cuales tenía parada el tren.
Hablábamos hace un tiempo sobre la muralla árabe de Valencia, concretamente sobre el torreón de la plaza del Ángel. Son varios los fragmentos de muralla que se pueden contemplar actualmente, bien porque son visibles desde la calle o que porque están integrados en edificios o locales públicos. Pero hay otros restos, entre medianeras o en patios interiores que solo son visibles para los vecinos que viven allí. Es el caso de nuestro amigo Alejandro Acosta, que vive junto al emblemático Portal de Valldigna y que ha tenido la amabilidad de hacernos llegar unas fotos de una de esas torres “secretas”. Si nos fijamos bien, en la primera de las fotos se aprecia, al fondo, otra torre árabe, la de la calle Mare Vella (de la cual ya hablamos en su momento) que sí es visible para los viandantes.
La estatua de El Cid Campeador está situada en la Gran Vía Ramón y Cajal, junto a la plaza de España. Pues esta escultura no es única ya que cuenta con cinco clones o hermanas gemelas repartidas por el mundo. Concretamente en Sevilla, Buenos Aires y en las ciudades norteamericanas de Nueva York, San Diego y San Francisco.
La original la realizó la escultora Anna Hyatt Huntington en 1929 y se encuentra frente a la “Hispanic Society of América” en Nueva York (la entidad que posee los cuadros de la Visión de España de Sorolla). La primera copia la donó la escultura a Sevilla, y sobre esta se realizó la copia de Valencia que fue instalada en 1964.
Aunque los bancos no gozan de mucha popularidad en estos momentos conviene recordar que la segunda entidad bancaria pública que hubo en el mundo fue en Valencia. Se llamó Taula de Canvis y fue autorizada por Martín el Humano en 1407 a imitación a la de Barcelona creada seis años antes. Consistía en una mesa de madera regida por las autoridades municipales en la cual se intercambiaba moneda y letras de cambio (de ahí su nombre) y se velaba por la legalidad de las transacciones económicas. Funcionó hasta el S.XVIII.
La Taula de Canvis aun se conserva, podemos contemplarla en uno de los salones del Palacio de Cervelló (situado en la plaza de Tetuán).
Hablábamos hace algunas semanas sobre el antiguo Hospital, hoy Biblioteca Municipal. Lo que queda hoy en día es solo una parte del complejo que fue derribado en los años 70. Casi todo se perdió en la demolición, pero casi un centenar de columnas de columnas renacentistas fueron expoliadas durante el derribo. Actualmente solo se conoce el paradero de unas pocas.
Algunas están ubicadas fuera de la ciudad, en Moncada o en la urbanización Montesol de L’Eliana. Y algunas las habremos visto en multitud de ocasiones sin reparar en su origen. Es el caso de la columna de la plaza de Manises (junto a la Generalitat) o la de Na Jordana, que tantos años convivió dentro de la falla del mismo nombre y que fue trasladada hace un tiempo a la orilla del rio.
¿Quién no recuerda aquellas cajitas metálicas redondas de color rojo del ungüento Cañizares que durante décadas sirvió para curar granos y forúnculos varios? Este famoso remedio fue inventado por la familia Cañizares, estirpe de farmacéuticos de Valencia que fueron dueños de varias farmacias en nuestra ciudad. Aunque aquellas boticas del S. XIX ya no funcionan como tal, los negocios que ocupan hoy en día sí han sabido conservar su fisonomía y encanto originales. Una de ellas, situada en la calle Caballeros, está ocupada por el popular Café Sant Jaume. La otra, frente al Mercat Central, es actualmente una tienda especializada en productos gourmet de la Comunitat Valenciana.
En el corazón de la huerta de En Corts, en la partida del mismo nombre, muy cerca del Centro Comercial El Saler, se encuentra la ermita del Fiscal, dedicada a la Virgen de los Desamparados. La fecha de su construcción es incierta, se piensa que pudo ser en origen una mezquita musulmana e incluso existe una leyenda oral que le atribuye como lugar en el cual realizaba sus juicios la Inquisición (De ahí la posible alusión al fiscal). De sencilla arquitectura, pasaría desapercibida si no fuese por la espadaña o el retablo cerámico en su fachada.
Este grupo de 26 viviendas (y ermita) para pescadores ubicado en la pedanía de El Perellonet fue construido a principios de los años 50, por mediación del Marqués de Valterra que cedió sus terrenos para ello. Llama poderosamente la atención la curiosa estructura parabólica de las viviendas, más propia de la arquitectura industrial, y su acabado con colores tan netamente mediterráneos como el blanco y el azul.
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