Cuando llegamos por la calle de Serranos hacia la plaza de Manises nos sorprende encontrarnos con un solitario campanario que no tiene iglesia. Pertenecía a la antigua Colegiata de San Bartolomé, una de las iglesias más antiguas de la ciudad, construida en el S. XIII y reconstruida en el S. XVIII. En los años 40 fue derribada la iglesia, aunque en el último momento, por mediación de varias entidades culturales, se consiguió paralizar el derribo del campanario, aunque no se llegó a tiempo de salvar el remate y el cupulín, confiriéndole su característico aspecto desmochado actual.
No obstante, también se salvaron las tres portadas principales. Una de ellas fue reconvertida en fachada para la iglesia de San Marcelino en el barrio del mismo nombre. Otra podemos encontrarla como entrada a la Escuela de Artes y Oficios de Burjassot. Y sobre la tercera existen discrepancias si desapareció o fue a parar a los Jardines de Viveros.
Del mismo modo, algunas de las obras de arte que había en su interior fueron trasladadas a la actual parroquia de San Bartolomé, ubicada en la avenida Reino de Valencia.